Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes
rvasquez@peru21.com
No tiene ningún sentido que la oposición acepte la convocatoria del Gobierno contra la crisis hecha por el presidente del Consejo de Ministros por encargo de Ollanta Humala. Su único fin es, en realidad, sumar corresponsables políticos al descalabro del “piloto automático” en la economía que hoy está pasando la factura. Así, lo que el Gobierno busca es estar acompañado en la foto de una crisis cuya única responsabilidad corresponde, digámoslo claro, al presidente Humala. Él es, nominalmente, después de todo, la cabeza del Estado.
Tampoco tiene ningún sentido, salvo para embarrarlos en la instantánea del desastre, que el Gobierno convoque a la oposición con el cuento de la “unidad nacional” ante la crisis. ¿Acaso Ollanta Humala le va a ceder el gobierno al Apra o al fujimorismo o a cualquier otro para que conduzcan la nave del Estado hacia un mejor destino que al que él la ha conducido? ¿Cuántos ministros claves para sacar al país de la supuesta crisis que el Gobierno se ha encargado de perifonear a los cuatro vientos va a ofrecerle Humala a la oposición? Ninguno. ¿Entonces para qué tanta convocatoria a un “diálogo” que no tiene por objeto gobernar y sí lavarse la cara?
Durante meses, el Gobierno, sostenido por la popularidad de los buenos vientos económicos, se encargó de pelearse gratuitamente con los principales actores de la clase política en la oposición. De esa confrontación, dada la absoluta impericia de sus operadores políticos, el Gobierno no tenía más destino que perder. Desde todas las tribunas de la “opinión pública” se le advirtió y aconsejó que cesara en ese absurdo empeño dada la fragilidad de sus cuadros. No hizo caso porque, neciamente, creyó que las encuestas favorables eran suficiente escudo para seguir golpeando sin ton ni son y que, además, durarían para siempre.
Pues bien, la popularidad se acabó incluso antes de que el Gobierno anunciara, de la peor manera posible, el fin de los buenos tiempos económicos que sostenían su favor en las encuestas. Ahora, cuando las papas empiezan a quemarse, el Gobierno pide “diálogo” y “unidad nacional” a quienes ofendió y persiguió. Olvida así una regla fundamental en política que es que las ramas de olivo nadie las acepta cuando quien las ofrece está en la lona, por la sencilla razón de que ya no son necesarias.
No faltarán quienes en el Gobierno invoquen a la oposición madurez y responsabilidad en una hora difícil. Quieren hacernos olvidar que la responsabilidad de la hora difícil y su solución les atañen exclusivamente a quienes fueron elegidos para ser gobierno. Es Ollanta Humala el que recibió un país emergente de quienes antes que él tuvieron madurez y responsabilidad para gobernar la economía. No se les puede pedir ahora lo que no les corresponde.
Lo que sí les corresponde es exigirle cuentas al Gobierno. En ese sentido, carece de justicia darle un espaldarazo político con un diálogo extemporáneo al premier de las vacas flacas.
Cada uno en su lugar. Cada uno con su afán. Esa es la mejor manera de afrontar una crisis. El pueblo dirá finalmente quién cumplió y quién no con su deber.
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