Marisol Rodríguez,Abogada
Autor: Ángel Arroyo.
aarroyo@peru21.com
Marisol es una joven abogada de 23 años, ganadora del primer concurso ‘El peruano más amable’, realizado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). A ella le apasiona el ciclismo y está convencida de que los peruanos sí somos cordiales.
¿Qué se siente ser la ‘peruana más amable’? Cuéntanos tu historia…
Estoy muy feliz, realmente no pensé ganar este premio. Yo considero mi historia como una anécdota. Esta empieza cuando manejaba mi bicicleta por la avenida Brasil (Jesús María) y escuché a dos personas gritar por ayuda. Me di cuenta de que eran dos extranjeros que iban en bicicletas cargando sus enormes maletas. Querían saber cómo llegar al aeropuerto.
Estaban perdidos y nadie los ayudaba…
Me contaron que todo el mundo les decía que siguieran de frente y así se perdieron. Les expliqué que el aeropuerto estaba lejos y, entonces, les propuse acompañarlos hasta un lugar cercano al mismo. Luego subimos a nuestras bicicletas y, en el camino, entablamos una conversación. Se trataba de dos hermanos suizos (Nathanael y Mathias Udriot) que llegaron para recorrer el Perú en bicicleta. La hermana de ambos está casada con un peruano y, por eso, tenían mucho interés en conocer nuestro país.
¿No tuviste miedo? Recién los conocías…
Me cayeron bien, me gustó mucho que recorrieran mi país en bicicleta. Además, soy amante del ciclismo y por eso había química entre nosotros.
¿Cuál fue el recorrido que hicieron?
Fuimos por la avenida Brasil hasta llegar al by pass de Faucett con Colonial. Se suponía que hasta ahí los acompañaría, pero les dije que mejor los llevaría hasta el aeropuerto. Ellos no querían incomodarme, pero temía que se perdieran de nuevo. Es así que empezamos nuestra travesía. Yo sin casco, pues todo salió de imprevisto, y ellos con temor, pues íbamos por avenidas de alto tránsito. La ruta que seguimos fue por las avenidas Brasil, Bolívar, Universitaria, Colonial y Faucett. Fue muy arriesgado y peligroso, pero valió la pena.
Ellos quedaron muy agradecidos contigo…
Sí, mucho. En el aeropuerto me regalaron un mango. Además, nos tomamos varias fotografías en el camino e intercambiamos correos electrónicos. Cuando me enteré del concurso, les escribí y les pedí que me inscribieran para postular. Me respondieron a las dos semanas y me dijeron que con gusto lo harían. Y así fue.
Sin embargo, tu premiación generó también algunas críticas. Dicen que solo eres amable con los turistas…
No es verdad, soy amable las 24 horas del día. En mi trabajo (Osinergmin), donde rara vez interactúo con turistas, soy muy cordial con el público que llega a presentar sus reclamos. Eso me caracteriza. Yo soy amable con todos, no solo con ‘blanquitos’, como supone la gente. Los hermanos suizos necesitaban ayuda y yo solo estuve ahí para dársela.
¿Has ayudado a otros turistas?
Claro. Recuerdo que en el 2011, al final de un concierto, ayudé a un amigo ecuatoriano, a quien le habían robado su dinero esa noche y no tenía cómo regresar a su país. Les propuse a mis amigos juntar plata entre el público asistente, y así logramos ayudarlo. Fue bonito, nadie lo conocía, pero muchos colaboraron.
¿Quién es más amable: el peruano o el extranjero?
Los dos (ríe). Creo que eso nace en casa. He comprobado que los peruanos somos muy amables, y de eso te das cuenta cuando viajas a provincias. La gente te tiende la mano siempre.
¿Qué te gustaría conseguir con tu historia?
Espero influir en los jóvenes y motivarlos a que sean más amables en su vida cotidiana. Pienso que así viviríamos en un mundo mejor. Además, ser amable no cuesta nada.
¿Qué te deja el concurso?
Ha sido un éxito. Más allá de las historias, es importante el mensaje que ha trasmitido el Mincetur. Se han dado cuenta de que a los turistas, además de la comida y los atractivos, les importa la amabilidad. Les gusta el buen trato de la gente y, al recibirlo, se llevan un bonito recuerdo y regresan nuevamente. Eso es importante.
Además de amable, eres una amante de la bicicleta…
Sí, soy una gran aficionada. Trato de no subir a taxis ni micros, y me movilizo usualmente solo en bicicleta. Lamentablemente, en Lima y Callao no hay mucha cultura del ciclismo, al menos todavía.
Hay muy pocos kilómetros de ciclovías, por ejemplo…
Sí. Pero creo que, antes de construir más ciclovías, los alcaldes deben preocuparse por cuidar las que ya existen. Por ejemplo, la ciclovía de la avenida Colonial está descuidada y es usada para arrojar desmonte. Además, los conductores deben respetar al ciclista. He sufrido varios accidentes. Uno se siente frágil en las pistas.
AUTOFICHA
- “Soy licenciada en Derecho de la Universidad Católica del Perú. Me especialicé en Derecho Administrativo y me gusta trabajar en el sector público”.
- “Actualmente trabajo en el área de atención a usuarios del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin)”.
- “Vivo en el Callao, por la avenida Colonial, y prefiero siempre ir en bicicleta a mi centro de labores (San Isidro). Además, es la forma de transporte más rápida.
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