La Zona Euro salió de una recesión de 18 meses que costó millones de empleos y socavó su unidad, gracias a resultados mejores de los previstos en Alemania y Francia, aunque sus dirigentes evitaron el triunfalismo y pidieron mantener las políticas de austeridad.
El PBI de los 17 miembros de la Eurozona, en donde viven unas 340 millones de personas, creció 0.3% entre abril y junio de este año, según datos de Eurostat. Los analistas pronosticaban un avance de 0.2%.
En el primer trimestre, el PBI de este mismo núcleo de países miembros de la unión monetaria, creada en 1999, había caído 0.3%, sumando seis trimestres consecutivos de recesión, la más larga de su historia.
“Todavía queda un muy largo camino antes de alcanzar un modelo de crecimiento sustentable que ofrezca más empleos”, dijo el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
“Una reactivación duradera está ahora al alcance de la mano”, añadió en su blog.
Los miembros de la Eurozona deben perseverar “en todos los frentes con nuestra respuesta a la crisis: mantener el ritmo de las reformas económicas, retomar el control de nuestra montaña de deuda, a la vez pública y privada, y construir los pilares de una verdadera unión económica y monetaria sin tecnicismos con los que banqueros irresponsables o responsables políticos u empresarios cortoplacistas puedan prosperar”, sostuvo Rehn.
Alemania, la primera economía de la Eurozona, creció 0.7%, mientras que Francia alcanzó 0.5% cuando los pronósticos llegaban a apenas 0.2%.
Los analistas fueron positivos, aunque cautos. La Zona Euro puede haber reencontrado el crecimiento, pero éste es débil en comparación con las principales economías y la crisis de la deuda no desaparece.
El desempleo también está en niveles récord y se mantendría alrededor de 12%.
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