BBC Mundo
Sus familiares creían que había sido víctima de un acto de brujería, pero la verdad era que Nela Kuja Chumpi de 30 años, –nativa de la etnia awajún en la región Amazonas– padecía un avanzado estado de VIH.
Nela se sentía muy cansada, se le caía el cabello, tenía constantes nauseas y diarreas, acompañadas por terribles dolores en el cuerpo. Sus familiares le hicieron tomar hierbas contra “el daño”, pero nada de eso ayudó.
Ella y su esposo, Eloy Tsejem Atsuam, debieron dejar a sus cuatro niños al cuidado de un pariente en su comunidad de Achu, en la provincia de Condorcanqui, para emprender el viaje a Lima con solo S/.200 en el bolsillo y una muda de ropa. En la capital recibieron el terrible diagnóstico. Además, a Nela le detectaron tuberculosis, hepatitis C y desnutrición crónica.
“Aquí me voy a curar, ya me siento bien”, dijo la mujer. La misma semana de marzo que le diagnosticaron su enfermedad en el hospital Arzobispo Loayza, a su esposo le informaron que también era seropositivo.
La migración, el intercambio comercial y el incremento de la industria extractiva en el Amazonas elevaron los casos de enfermedades de transmisión sexual en poblaciones indígenas de la selva en los últimos tiempos.
Patricia Balbuena, viceministra de Interculturalidad, indicó a BBC Mundo que entre el 2003 y el 2007 se notificaron 22 casos de VIH solo en la provincia de Condorcanqui, pero entre el 2008 y el 2012 se identificaron 97.
“Es un número bastante elevado para menos de 10,000 habitantes, pero sabemos que la cifra es mucho mayor porque los casos que se reportan son casi siempre cuando la enfermedad está bien avanzada”, detalló.
El 77% de los casos de VIH reportados en la región Amazonas, según la Dirección Regional de Salud, corresponden a indígenas. Los pacientes son diagnosticados en centros de salud de las ciudades y a los pocos días abandonan el tratamiento porque deben volver con sus familias.
Ese también fue el caso de Nela, quien llegó al nosocomio capitalino con apenas 33 kilos de peso. Por su delicada salud, no pudo iniciar primero el tratamiento antirretroviral. Carlos Ninaquispe, el médico que la atendió, comentó que antes debían tratar la tuberculosis.
En abril pasado, su esposo regresó a su comunidad y abandonó el tratamiento. Ella se quedó sola unos días más, pero hace una semana dejó también el hospital y volvió a su comunidad. Se fue sin tratamiento para sus males y sin ninguna esperanza de superar la enfermedad.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.