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Lourdes Flores: “Ojalá podamos recuperar la buena política”

Con casi tres décadas de experiencia en política, la lideresa del PPC hace un llamado a los partidos para reorientar sus esfuerzos.

(César Fajardo)

Juan José Garrido (juan.garrido@peru21.com)
Dos veces candidata presidencial, Lourdes Flores Nano confía en que todavía se puede hacer docencia desde la política y apuesta por la institucionalidad de los partidos más allá de los apetitos personales.

¿Cuál es su balance de estos 24 años?
Mi balance es positivo, creo que el Perú se ha reorientado económicamente y eso me parece muy saludable. Con sus errores y defectos, el Perú ha encontrado un rumbo del que no debería moverse. No lo atribuyo solamente a las reformas del 90, aunque me parecen importantes, sino que me voy un poquito atrás: el Perú está enrumbando económicamente porque eligió en la Asamblea Constituyente de 1978 –y se ratificó en la Constitución del 93– la economía social de mercado como modelo económico, y esa orientación es fundamental. Es un régimen lo suficientemente flexible como para adecuarse a cambios políticos democráticos.

¿Cuál sería su balance político, institucional?
En lo político creo que somos todavía un país y una democracia adolescente. En este mismo ciclo lamenté muchísimo la interrupción democrática, la consideré absolutamente innecesaria a pesar de las dificultades gravísimas por el terrorismo y narcotráfico y violencia. Creía y estaba convencida de que en democracia lo hubiéramos podido enfrentar. Lo que hemos recuperado es básicamente una democracia electoral. Creo que todavía tenemos instituciones débiles, y lo que es más importante: no hemos salido del discurso antipolítica y eso me parece preocupante e indispensable de corregir.

Podría profundizar respecto a ese “discurso antipolítica”
Dado que en la década de los noventa los problemas se enfrentaron autoritariamente, se denostó, criticó e intentó deshacer la democracia y los partidos, se presentó la actividad democrática como algo negativo. Lamentablemente eran tan graves los problemas que la población asumió esa crítica como suya, y no nos hemos podido todavía recuperar. Mi esperanza es que hacia el bicentenario seamos capaces de recuperar la buena política, eso es fundamental. En ese sentido mi balance es negativo.

¿Por qué es tan difícil conciliar una visión de futuro para la clase política peruana?
Yo no creo que eso sea verdad. Siento que cuando el Perú decidió cambiar y orientarse en un camino, es verdad que fuimos muy críticos de esa modernización autoritaria en el fujimorismo, sin embargo, en democracia no hay visiones de país tan divergentes. A pesar de eso, mal que bien el país ha continuado en una senda, lo que te revela que los antagonismos no son tan fuertes.



Consenso es posible. Lideresa del PPC puso como ejemplo el caso de La Haya en que se respondió con madurez al llamado del Gobierno. (USI)

Pero está la calidad de las instituciones, la calidad educativa y la disputa por el modelo económico que sigue en discusión…
Yo diría que el principal de nuestra política, y de los políticos, es no empujar y acompañar con eficiencia la gestión. Es verdad que no atinamos a crear instituciones perdurables y creíbles, precisamente porque no ha habido solidez de partidos sino individualismos, al igual que no atinamos a tener conciencia de que el Perú necesita una administración pública. Los políticos cambiaremos, seremos siempre aves de paso, pero debería haber una administración pública duradera.

¿Y la educación…?
En educación ha habido reformas, pero ahí hay una resistencia ideológica fuerte. Tengo que reconocer que este gobierno dio pasos importantes al aprobar una ley de carrera magisterial y al enfrentar al Sutep. Aunque no todos acompañaron ese proceso, siento la tranquilidad que lo hicimos nosotros. Es verdad que en lo económico es un modelo cuestionado, y sin embargo el Tribunal Constitucional ha garantizado un cierto norte. Creo que la práctica económica en el Perú es muy difícil que se descarrile; si no se hizo en este régimen en que se arrancó diciendo que todo no servía, y creo que no se hecho por un pragmatismo que valoramos. Es verdad que hay escaramuzas; me causa inquietud el Plan Nacional de Diversificación Productiva, pero no dejan de ser preguntas mucho menos graves que antes. Hay escaramuza, hay bulla, pero afortunadamente no hay un temblor tan fuerte como para pensar que no tenemos ya una línea trazada.

¿Qué hace falta entonces para lograr una reforma del sistema judicial?
Quizá es una de las cosas menos desarrolladas que tenemos. Hoy tú vas a los juzgados comerciales y no te notifican porque no hay papel, lo que revela que estamos muy mal. Esta es una denuncia que tenemos que hacer con firmeza porque es inaceptable. En la mayor parte de la población hay una percepción de una justicia ineficiente, lenta y corrupta. Creo que una reforma debería ser eso, uno de los temas prioritarios. Hace falta consenso, y creo que tendría menos resistencia política como sí lo tendría la educación, por ejemplo. Pero hace falta tener la perseverancia para hacerlo. Es probable también que a muchos gobernantes una justicia verdaderamente independiente no les guste.

La sensación del ciudadano promedio es que la clase política está enfrascada en una agenda de pullas, en lo coyuntural, y que los grandes temas están relegados a un segundo plano…
Yo pertenezco a un partido político que tiene vocación de permanencia: responde a ideas, somos una rara avis en la política peruana. No hemos logrado aún el éxito que aspiramos, pero no me siento culpable de ser parte de un esfuerzo colectivo que va a cumplir 50 años y creo que tiene ideas exitosas. Soy consciente que esa actuación política en el Perú de hoy es difícil porque la política se ha despartidarizado, se ha personalizado, se ha achatado y ha perdido nivel; el debate es cada vez menos conceptual porque lo que llama la atención es la coyuntura, el incidente, etc. Es una realidad y en ese escenario yo sí le atribuyo culpa al proceso autoritario de los noventa que además le metió a la gente en la cabeza que todo el pasado era un desastre y la causa de todos los males, y la gente no sale de eso.

En su concepción, ¿qué hace falta para cambiar?
Perseverar. La única forma de recuperar un debate serio en el que los puntos de vista se expresen es que nos organicemos otra vez políticamente a partir de una cierta idea de lo que creemos. En la medida en que estemos organizados en base al apetito personal o a la convocatoria que hace Juanito y sus amigos para ser alcalde de un distrito no hay forma de que haya un debate más serio. No planteo un debate ideológico, porque creo que el mundo se ha desideologizado, es un debate simplemente de posiciones, de ideas. Pero si nadie piensa no hay forma de hacerlo. Se relega la discusión política a la voluntad del gobernante o de su cónyuge o a una cierta tecnocracia que va conduciendo las cosas, pero eso no es suficiente.



Optimista. Pese a los vaivenes de la clase política, Flores Nano confía en que habrá cambios estructurales en beneficio del país. (César Fajardo)

Como explican Acemoglu y Robinson, no hay tecnocracia que mejore las instituciones, solo puede hacerse por consensos políticos…
Esa es la tesis más importante de “Por qué fracasan las naciones”. Nada puede ser más claro en mi vida que el compromiso con la política. Desde los 18 años milito en un partido político y creo que la política es base de preparación de ideas.

¿Ve, por ejemplo, la posibilidad de una mesa con los principales líderes políticos conversando sobre cómo solucionar algunos de estos problemas que estamos discutiendo?
Han habido circunstancias en que lo hemos hecho con enorme madurez, hay temas que nos convocan. No hay duda que convocados por este gobierno para el tema La Haya todos estuvimos. Aunque críticos con Toledo, nos reunimos con él, Paniagua y García para hablar de una propuesta que, en parte, condujo a la invitación de Beatriz Merino a ser primera ministra. Yo sí creo que hay momentos de madurez. Hemos recuperado una democracia electoral pero no salimos de ese veneno que se inoculó en la mente de la gente de que la política no servía. Y a veces los políticos no tenemos la capacidad para demostrar lo contrario. Pero quienes tenemos ideas y tratamos de defenderlas, tratamos de vivir organizadamente, no hacemos del transfuguismo una regla, tenemos una cierta dificultad. Yo tengo esperanza que este proceso social con clase media emergente, donde hay padres que invierten en sus hijos, donde tengamos cosas qué preservar, va a hacer madurar la política. Por eso tengo fe en mi partido y en las ideas que defiende y voy a seguir perseverando. La raíz de fondo está en una política que se ha achatado por pérdida de trascendencia, falta de organizaciones políticas que hagan ver más allá de los cinco años de parlamentario, los tres de alcalde…

¿Cuáles son las reformas a hacer?
Creo que el próximo gobierno tiene que comenzar con una reforma tributaria desde el primer día, para pasar de una informalidad tan alta a un sistema más formal. En lo laboral tienes que tener conciencia de cómo incorporar beneficios fundamentales: seguridad social y previsión de futuro a ese enorme bagaje de 60% de informales. La segunda reforma es la educación y salud, que son las dos grandes áreas de políticas sociales. La tercera es el rol del Estado en administración pública, sistema de justicia, seguridad más eficiente. Las grandes tareas en las que el Estado es insustituible.

¿Cómo se puede replantear que el Estado sea más eficiente? ¿Cuál es el punto de partida?
Voluntad política tiene que haber porque toda reforma tiene costos, cualquier reforma choca con algún interés, afecta alguna organización preexistente. En democracia se gobierna con mayoría, bastaría que se forme una mayoría suficiente para tener la fuerza de impulsar una reforma. Todo no se puede hacer a la vez pero hay pasos que se pueden ir dando y creo que eso tiene que hacerse. El segundo elemento sería comenzar el primer día; es decir, cualquier reforma no se hace en los últimos años, es imposible, se hace cuando el gobierno recién llega y se lo propone abiertamente al país. Yo creo que la gente va a mirar muy bien que se puedan tomar medidas pero tienen que tomarse desde el primer día, y viene entonces el cómo. Lo que nos pasa es que tenemos un Estado muy amarrado, las reglas administrativas son muy complejas, comprar es complicado, negociar es difícil, tomar una decisión administrativa supone un montón de pasos previos, entonces sepamos que si el gobierno tiene voluntad y arranca desde el primer día se va a pasar el primer año destrabando pero tiene que hacerlo y van a verse, después de un quinquenio, algunos logros fundamentales.

¿Cómo unimos al resto del Perú con Lima y con el desarrollo y las cadenas de producción globales? ¿Y qué deberíamos hacer con las regiones?
Si hay algo que le agradezco a mi vida política es el privilegio de haber recorrido el Perú entero. Me jacto de ser una peruana que ha recorrido todas las provincias; se me ha escapado el Marañón en Loreto que es a la única a la que no he llegado porque se creó después que terminé este recorrido. ¿Qué unir? Tenemos que completar la integración vial. Una cosa que une es la existencia real de una unión vial. En eso los presidentes constructores tienen éxito. Hay que reconocerle a Fujimori la construcción de carreteras, antes a Belaunde. A eso le agrego, y voy a parecer yo vocera del gobierno, pero han hecho una integración de red informática en toda la sierra del Perú. Unir física y hoy día virtualmente todo el país; se puede lograr, hay los recursos para hacerlo.

Visto lo que ocurre en las diferentes regiones, presidentes regionales que ingresan a prisión casi cada semana, pareciera que el proceso de descentralización ha sido un fracaso.
La descentralización es un proceso irreversible en el Perú. Y necesario. Sin embargo, el proceso de descentralización que tenemos no ha sido de buena calidad, es un tema en que el presidente Toledo, en mi concepto, se apresuró, y se lo dijimos. Luego Alan García se subió bien al coche, les transfirió la plata y dijo: me libero de responsabilidades. En esa década hicimos mal el proceso. Eso no significa que hay que dar marcha atrás en todo. Emulando lo que se hizo en España con la Ley orgánica de armonización del proceso, hay que armonizar este proceso, hacer ajustes. Quizá en algunos casos un pequeño retroceso es necesario para tener un sistema más organizado. El próximo gobierno va a recibir gobiernos regionales que no necesariamente respondan a él, por eso la elección de octubre es muy importante. Ojalá que la calidad de los elegidos sea mejor que la anterior.



Permanencia. El PPC cumplirá cinco décadas de vigencia. (Luis Gonzales)

¿Con qué mecanismos cuenta el Ejecutivo para lidiar con las diferentes presidencias regionales?
El mecanismo económico, es decir la distribución de los recursos que nos puede permitir llegar a consensos. Todo ese es un paso intermedio. Si me preguntas a dónde tenemos que ir, yo creo que a macroregiones bien entendidas.

¿Para ello no se necesita de una decisión centralizada, que fuerce un poco las cosas?
Cuando se quiso hacer un referéndum sin consensos no se logró nada. El proceso debe avanzar. Por ejemplo, a través de las llamadas mancomunidades, que pueden impulsarse centralmente, vas orientando el proceso, eso el MEF lo maneja. Si dicen: yo estoy dispuesto a asociarme para este proyecto en la medida en que tenga mayor capacidad, entonces de alguna manera fuerzas el proceso. Creo que hay mecanismos que no son “dirigistas” ni intervencionistas. No creo que se vaya a resolver por generación espontánea, los pequeños poderes que han surgido difícilmente se sueltan, pero creo que hay posibilidad de construir algo inteligente, que los recursos se administren mejor. Todo parte de la premisa que la riqueza en el Perú, por razón de nuestra geografía, se da al interior del país; por eso es que no hay que desalentar la minería, tienen que resolverse los problemas de agua, las carencias de Ica que necesita agua de Huancavelica, etc. Eso hay que mirarlo con inteligencia.

El tema del agua sigue siendo un tema olvidado. El costo por m3 de una persona que compra a un camión cisterna es 12 veces el precio del m3 que paga alguien en San Isidro. No se me ocurre algo menos inclusivo. ¿Cuál es la lógica de mantener el status quo con Sedapal? ¿Estaría a favor de la privatización?
Planteé en la última campaña municipal que la Municipalidad Metropolitana de Lima tenía que tener un rol en Sedapal; es central que una ciudad que tiene que proyectar su destino tenga algo que decir sobre la administración del principal recurso con el que va a vivir esa población. Es un recurso vital y necesitará un directorio de primer nivel. Pero por supuesto que se tiene que lograr inversión privada para Sedapal. No entiendo cómo no hemos avanzado. Vamos por partes, pero hay cosas de control, de distribución que podrían manejarse privadamente. Hay una constatación muy clara: el día que se privatizaron los servicios de luz y de telefonía, se expandieron por todo el país. Cuando hablamos de privatización no hablamos de vender; puede haber concesiones, contratos de administración, mil formas.

La mayoría está en contra de la privatización por lo que se ha visto en otros países…
Estamos en una siguiente etapa donde faltan ahora fórmulas público-privadas. Cuando concesiono determinado servicio público o invito a la inversión privada a hacer alguna tarea pública, yo pongo las condiciones o acepto las condiciones que me plantea una iniciativa privada, pero las controlo. Estamos en una etapa en que el Estado, si quiere trabajar con el sector privado, asume otra responsabilidad.

ALAN GARCÍA

- ¿Le preocupa la inhabilitación del expresidente Alan García?
Sí, me parecería una mal señal. Creo que los actores políticos, en general, deberían tener la libertad de poder postular si no tienen impedimento legal. Lo único que debe constituir un límite es la ley. Cerrarle el paso a la gente por cosas absurdas, mucho menos por las circunstancias que se están exponiendo, sería absurdo. Siendo García un rival político, creo que (esa medida) no va a prosperar.

¿QUÉ DIJO LOURDES FLORES SOBRE…?
Partidos Políticos
Quiero que mi partido contribuya decisivamente a que se hagan las siguientes cosas: primero que venza un discurso institucional político, es decir que se logre demostrar que puede haber política que no pase por un individuo que junta a sus amigos, sino que hay permanencia. Eso incluiría al nacionalismo, al Apra, al fujimorismo que tienen que definir su destino, a las izquierdas que tendrían que organizarse.

Adiós a las trabas
Quisiera ver un país que se ordene, que se formalice sobre la base de un régimen que baje impuestos y elimine trabas absurdas. Que aproveche el impulso de la informalidad pero camine hacia la formalidad.

Inversión y compromiso
En tercer lugar, que se invierta mucho más en educación y salud para llegar mejor preparados al 2021. Y finalmente quiero ver una juventud mucho más comprometida y orgullosa de ser peruana. Y sin duda, que hayamos enfrentado factores de perturbación e inseguridad como la delincuencia y el narcotráfico.


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