Fue una picardía. Poco antes del salto inicial, Steve Kerr, el entrenador de los Warriors, cambió su alineación. Andre Iguodala iba a ser titular por primera vez en toda la temporada. Con un equipo sin pívots naturales –Bogut sería el sacrificado–, ¿podrían aguantar la capacidad reboteadora de los Cavaliers? Después de poco más de dos minutos, parecía que no. Con un parcial de 0-7 en contra, Kerr pidió el primer tiempo muerto. “¡Solo usan siete jugadores!”, gritaba, como instrucción principal. Al reanudarse el partido, el ritmo era otro. Más rápido. Más exigente. Y las cosas empezaron a funcionar. Los cinco Warriors, todos una amenaza desde el triple, alejaban a Tristan Thompson y Timofey Mozgov de la pintura. Había espacio para penetrar. Y todavía podían atrapar algunos rebotes ofensivos.
Kerr sabía que, con una rotación tan corta, los Cavaliers no soportarían el desgaste físico. LeBron James estaba visiblemente cansado. Apenas enfrentaba a su par para atacar el aro, y los pases que daba caían en saco roto. Tras los primeros intercambios de canastas, sus compañeros eran incapaces de anotar. Los Warriors empezaron a hacer dos contra uno cuando la estrella de Cleveland se acercaba al aro. Buscaban más el contacto físico. Pasada la mitad del segundo cuarto, una falta dura de Bogut le hizo perder el equilibrio y caer sobre el objetivo de una cámara. LeBron sangraba por la cabeza. De pronto, se había vuelto humano. El resultado en el intermedio lo decía todo: 52-42 para los visitantes.
Dellavedova reapareció tras el descanso con dos triples consecutivos. LeBron volvió a postear y sus defensores dejaron de hacer las ayudas. La aportación de Mozgov –quien terminó el partido con 28 puntos– y la energía de Thompson acercaron a los Cavaliers, hasta el punto de ponerse a tres puntos del rival. Pero, al final, los jugadores acusaron los minutos de juego, y los Warriors se despegaron otra vez en el marcador. Para siempre. Las actuaciones de Stephen Curry y Andre Iguodala, ambos con 22 puntos, fueron sólidas a lo largo de todo el partido. Estuvieron bien secundadas por Draymond Green (17 puntos) y Harrison Barnes (14 puntos). Desde el banco, en una rotación extrañamente corta para el equipo, destacaron Shaun Livingston y David Lee, quien apenas había jugado en toda la temporada. Por el otro lado, LeBron James anotó tan solo 20 puntos –llevaba 41 de media–, con malos porcentajes de tiro. Aunque capturó 12 rebotes y repartió 8 asistencias.
El partido acabó con una diferencia abultada: 103-82. La serie, ahora, está empatada. Más allá de la soberbia defensa de Iguodala y el desempeño coral del ataque de los Warriors, ayer los focos estuvieron sobre Steve Kerr y su decisión táctica. Una decisión mucho más arriesgada que la que tomó contra los Grizzlies, y que le hizo remontar con facilidad la semifinal de la Conferencia Oeste. “Mentí”, confesó en la rueda de prensa después del partido, cuando le preguntaron sobre el súbito cambio en la alineación. “No pienso que te den el trofeo basándose en la moralidad. Solo te lo dan si ganas. Pido disculpas por ello”.
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