22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El espaciado es la clave del baloncesto moderno. Y los triples, su arma principal. Steve Kerr, el entrenador de los Warriors, lo entendió así cuando sentó a Bogut, su pívot titular, para sustituirlo por Iguodala en el quinteto inicial del cuarto partido. Y David Blatt, el entrenador de los Cavaliers, lo confirmó cuando solo dejó en la pista nueve minutos a Timofey Mozgov en el siguiente encuentro. Las finales han ido reduciendo progresivamente su altura, hasta quedarse en el small ball. Y esto beneficia a los Warriors, debido a la versatilidad de sus jugadores.

Harrison Barnes, Andre Iguodala y Draymond Green pueden defender tres o cuatro posiciones distintas. Y no nos olvidemos de las estrellas, Stephen Curry y Klay Thompson, este muy bueno conteniendo a su par. Es muy raro que un equipo de baloncesto reúna a tantos jugadores eficientes en ambos lados de la pista, que se muevan bien sin balón, que cumplan cuando tienen algunos centímetros de más y tiempo para armar el brazo. “Ahora mismo, por la forma en que se ha estado desarrollando, esta no es una serie para grandes”, afirmó Kerr en la última rueda de prensa. “La realidad es que es una serie para jugadores pequeños. Esto funciona bien para nosotros. Nos sentimos cómodos en este estilo”.

LeBron James jugó como “falso cuatro” durante la mayor parte de su estancia en Miami Heat. Sin embargo, decidió adelgazar varios kilos para mejorar su desempeño con los Cavaliers, para ser un alero más complementario con los interiores del equipo, Kevin Love y Anderson Varejao, ambos lesionados en este tramo de la temporada. Las finales parecen destinarlo para volver a jugar como “cuatro” –en el último encuentro, incluso, jugó de pívot muchos minutos–, la posición en la que ha rendido mejor a lo largo de su carrera, que le ha hecho ganar dos campeonatos. La diferencia con su etapa en los Heat es que está solo en las alas. J.R. Smith solo fue efectivo en la primera parte del quinto partido. Iman Shumpert está desaparecido, con molestias físicas.

Pero, a estas alturas, da igual en qué posición juegue. LeBron James está haciendo unas series “inconmensurables”, según la prensa estadounidense. A lo largo de su carrera, ha tomado 34 o más tiros en 11 ocasiones. Cinco de ellas han sido en estos playoffs, y cuatro en estas finales. Está solo. Lo sabe. Y ha respondido con creces: 36.6 puntos, 12.4 rebotes y 8.8 asistencias de media contra los Warriors. Casi un triple doble, en exigentes 45.6 minutos de juego. Una barbaridad. Para ganar hoy, ante un engranaje tan bien aceitado como el que dirige Steve Kerr, va a tener que superar sus promedios. No sería la primera vez que hiciera algo así. Recordemos la final de conferencia ante los Celtics en 2012, cuando remontó un 2-3 y se llevó el anillo.

El partido de esta noche (8:00pm|ESPN) es el primer match ball de la eliminatoria. Los Warriors podrían conquistar su primer título desde 1975. Aunque tendrán que hacerlo en Cleveland, una ciudad que nunca ha ganado un campeonato de baloncesto y que, desde 1964, no se lleva el título en ninguna de las grandes ligas norteamericanas. Los Cavaliers tienen hambre. LeBron está inmenso. Y los aficionados quieren un séptimo partido. El broche de oro a una temporada inolvidable.


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