22.NOV Viernes, 2024
Lima
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Opinión

Carlos Meléndez,Persiana Americana
Para algunos espontáneos analistas políticos, Enrique Cornejo –nada menos que del Apra– puede ser el outsider de las elecciones municipales de Lima. Guillermo Arteta cree que él lo es. Una periodista me consulta si Luis Castañeda, haciéndose el mudo, estaría jugando al outsider. Para otros, Alberto Sánchez Aizcorbe, por ser fujimorista, es un outsider neto. “Villarán nunca dejó de ser un outsider porque se enfrentó a la mafia del establishment”, dicen los susanistas. ¿Acaso todos son outsiders?

Como politólogo, siempre me ha fastidiado la apropiación libre que el periodismo le ha dado a este término. El riesgo es que pierda su significado y su utilidad, a tal punto de ser aplicable a cualquiera. No se distraiga: un outsider es un personaje que incursiona en política partiendo de un prestigio acumulado fuera de ella. Este capital propio normalmente proviene de la farándula (Belmont), de las artes y cultura (Vargas Llosa), de alguna acción armada (Humala).

Un outsider es novato en política, pero no todos los debutantes políticos son outsiders. Tienen que emerger por fuera del “sistema”, como lo hicieron Fujimori y Toledo en su momento. Aclaración: solo se es outsider una vez en la vida. Toledo en 1995 lo fue; en el 2000 ya no. Humala fue outsider en el 2006, pero ya no en el 2011. Tampoco ser outsider tiene que ver con un inusitado éxito electoral. De hecho, los únicos exitosos fueron Belmont y Fujimori. Pero, dado que nuestro sistema es endeble y que los patrones de carrera política están desdibujados, es más difícil identificar quién es quién, pero ello no justifica chantarle tan alegremente el término a cualquier candidato. A nivel municipal metropolitano, solo Arteta lo sería. Nadie más. Pero ello no augura ningún triunfo.


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