21.NOV Jueves, 2024
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Opinión

Carlos Meléndez,Persiana Americana
A muchos analistas sorprende el crecimiento de la aprobación presidencial en ocho puntos porcentuales (24% a 32%) en un mes. No ven razones para este pico inesperado o ensayan explicaciones espontáneas (gasto en publicidad estatal, por ejemplo). ¿Qué ha favorecido tanto a un presidente gris?

Por un lado, estos sobresaltos de popularidad no han sido excepcionales con Humala. De marzo a abril de 2013 creció 9 puntos (51% al 60%) y de enero a febrero de 2014 subió 8 (31% al 39%). Este mes ha repetido en intensidad el hipo aprobatorio. Los dos primeros casos se deben a ‘shocks’ externos: revocatoria y fallo de La Haya, respectivamente; lo cual se comprueba porque son seguidos de una caída aparatosa luego de pasado el ‘efecto’ (del 60% a 54% entre abril y mayo de 2013; del 39% al 24% entre febrero y marzo de 2014). La pregunta hoy es si el inicio de las elecciones municipales es un “factor externo” que distrae a la opinión pública del desempeño del Ejecutivo. Es una alternativa plausible.

Por otro, el último incremento de popularidad pudo ser originado por el propio Ejecutivo, lo cual se comprobaría si otras encuestas ofrecen cifras similares y se sostienen en el tiempo. Por primera vez el mensaje presidencial se asocia a un incremento en el apoyo (en 2013 un 34% lo evaluó como negativo; ahora lo hace un 46%) y por fin tiene un ministro (Urresti) con una aprobación propia alta (creció del 29% al 46% en un mes). En un contexto electoral subnacional, el populismo de la seguridad sirve para recuperar percepciones positivas (los problemas de fondo no se tocan). El retorno al diálogo político (Ana Jara como un Jiménez 2.0) suma. Si no se cometen errores garrafales, estaríamos comprobando la hipótesis de que para Humala, lo peor ya pasó.


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