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Opinión

“Está claro que estamos ante una nueva era mundial de proteccionismo, nacionalismo y xenofobia. Atrás quedó el multilateralismo y eso es malo”.

Economista y asesor financiero

Desde el martes he leído todo lo que ha caído en mis manos sobre los efectos que tendrá la presidencia Trump. Creo que es un acontecimiento negativo para la estabilidad y la economía mundiales mucho más allá de lo que estiman muchos analistas.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el planeta ha vivido siete décadas de prosperidad con pocos precedentes. El PBI per cápita mundial ha crecido a una tasa anual promedio del 2.2% y el comercio mundial a una tasa anual del 6.3%, el doble de la tasa registrada en la fase precedente de globalización que va desde 1850 hasta la Primera Guerra Mundial. Sin duda ha habido conflictos y guerras localizadas, pero nada comparable con lo ocurrido en las siete décadas anteriores. Todo gracias al multilateralismo propiciado por las instituciones supranacionales que se crearon en la segunda postguerra. Ahí arrancan la ONU, la OTAN, el GATT-OMC, el FMI, el Banco Mundial, etc. EE.UU. ha sido el leitmotiv de este nuevo orden mundial. Poco o nada hubiera sido posible sin su liderazgo.

El planteamiento central del programa electoral de Trump es que los EE.UU. deben miran hacia adentro y velar solo por sus intereses. El resto de sus propuestas son poco relevantes, sin duda, para los no estadounidenses. Y aquí radica la diferencia clave entre Hillary y Trump. Hillary representaba unos EE.UU. que seguían apostando por el multilateralismo, mientras que Trump propone el aislacionismo.

Está por verse cuánto de la retórica de campaña se traduce en hechos. Muy probablemente sus proclamas más extremistas, como abandonar la OTAN o la Organización Mundial de Comercio, queden en palabras, pero parece inminente que se suspenden las negociaciones en curso de nuevos TLC (el transpacífico y el europeo) y que se van a renegociar los existentes, sin duda Nafta, y es muy posible que los EE.UU. se retiren del acuerdo de emisiones de París contra el calentamiento global. A su vez, los pronunciamientos pro-Putin en campaña tienen en vilo a los países de Europa del Este, sobre todo los bálticos y Ucrania, que temen una nueva oleada de expansionismo ruso.

Cualquier involución de los EE.UU. en los asuntos globales es terrible para la estabilidad mundial y mucho más en un momento en que la economía y finanzas globales tienen tantos problemas. Ojalá perdure el Trump estadista pragmático que hemos visto desde la elección sobre el Trump temperamental y sabelotodo. Pero, incluso así, está claro que estamos ante una nueva era mundial de proteccionismo, nacionalismo y xenofobia. Atrás quedó el multilateralismo y eso es malo.


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