La solidez de las instituciones destaca entre los factores que propician la prosperidad. Los países que cuentan con división y contrapeso de poderes, y justicia independiente progresan aunque no tengan recursos naturales. La economía funciona con eficiencia cuando —salvo en lo público— las decisiones de producción e inversión las toman las empresas privadas de forma descentralizada; cada cual pone en juego su dinero y asume los riesgos. Los EE.UU. tienen todo eso.
¿Y cuánto importa tener un presidente con visión y liderazgo? Mucho, pero siempre dentro de las premisas anteriores.
Y es en esto último donde tengo reservas sobre Trump. Me recuerda al Alan García del primer gobierno: ¡el mercado soy yo ¡ Las empresas van a hacer lo que yo digo. Ni se les ocurra invertir en México porque aquí llego yo con un arancel del 35% de garrote. Mejor siéntense a negociar, que les voy a enseñar la zanahoria de incentivos de todo tipo que traigo. ¿Y los compromisos de NAFTA y las reglas de la Organización Mundial de Comercio? Desde mañana o se cambian o no hay reglas ¿Y la aprobación del congreso? Tengo mayoría. Ídem con la ONU, la OTAN, el acuerdo sobre el calentamiento global y cualquier otro que estorbe. Desde hoy la única limitación es la voluntad.
Veremos en que quedan estas proclamas electoreras; seguro que se moderan con el día a día de gobierno. No obstante, el rifirrafe con el Presidente de México esta primera semana, así como las amenazas anteriores a las empresas automotrices en relación a sus inversiones en México, no son auspiciosos.
Siete décadas ha costado a la comunidad de las naciones llegar a las normativa que rige el comercio mundial cuyo crecimiento —al doble del PBI— ha sido el factor más dinámico del desarrollo y de la reducción de la pobreza en el planeta. Sin duda que hay sectores y trabajadores afectados por el comercio global y que los gobiernos tienen que tomarse más en serio su reconversión. Sin embargo, de ahí a poner en tela de juicio el multilateralismo y regresar al proteccionismo supondría matar la gallina de los huevos de oro.
NAFTA ha sido beneficioso para México, pero también para los EE.UU. Desde el 2008, el flujo de mexicanos a los EE.UU. ha cambiado de signo ; más han retornado que emigrado. EE.UU. exporta a México 250 mil mill. de dólares, 50 mil mill. menos que los 300 mil mill. que exporta México a los EE.UU. El déficit comercial bilateral representa apenas 0.3 % del PBI de los EE.UU. Un vecino más próspero y menos inestable también favorece a los EE.UU.
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