Las malas ideas en economía son como las cucarachas, no importa cuántas veces te deshagas de ellas, tirando de la cadena del inodoro, que siempre aparecen de nuevo. En los países en desarrollo, una de esas malas ideas es la banca de fomento, es decir, los bancos públicos para atender a ciudadanos supuestamente desatendidos por los bancos. La idea es noble en teoría pero en la práctica casi siempre acaba en robo.
En el Perú en 1992, hubo que liquidar los bancos de fomento: Agrario, Minero, Industrial, Hipotecario y de Vivienda. No fue difícil decidir pues se habían quedado sin plata; la mayoría de los deudores o no pagaban o pagaban montos irrisorios por la erosión de la hiperinflación; tampoco tenían acceso a recursos externos y, en cuanto a internos, el mercado local estaba seco y el BCR –su proveedor tradicional– se negaba en rotundo a darles plata.
En el informe que escribí sobre la economía del Perú en 1989 analicé el papel desestabilizador que jugaron los bancos de fomento durante la hiper; fueron responsables de la mitad de la expansión monetaria. Si alguien tiene curiosidad, puede consultarlo aquí.
Pero las cucarachas vuelven. Así en 2001, el gobierno revivió el Agrario bajo el nombre de Agrobanco. Hace poco, su nuevo presidente, Richard Hale, denunciaba en la prensa que hay más de US$150 millones de préstamos impagos de productores de uva y café y que un tercio de la cartera está concentrada en 35 clientes cuando el estatuto dice que el banco es para los agricultores pequeños.
En 1992 también se decidió limitar la actividad de COFIDE a operaciones de “segundo piso”. Pero –¡cómo no!– bajó al primer piso y por la puerta grande: hace un par de meses supimos que Odebrecht debe a COFIDE US$247 mllns. No solo te estafan, sino que además les financias la estafa con fondos públicos.
Ahora nos dice el gobierno que va a transformar MiVivienda –un programa que ha funcionado razonablemente bien– en un Fannie Mae, el mayorista hipotecario estadounidense que quebró en 2008 y hubo que nacionalizarlo y que además fue uno de los causantes de la crisis financiera. De regreso vienen los difuntos Bancos de Vivienda e Hipotecario que hubo que liquidar en 1992.
Nadie lo definió mejor que Bastiat cuando dijo que “El Estado es la gran ficción en donde todos tratan de vivir a expensas de todos los demás”. Sin duda, así es en subdesarrollo.
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