Planteaba en esta columna la semana pasada la paradoja que suponen las altísimas valoraciones de las acciones en la bolsa de los EE.UU. en vista de las malas perspectivas de la economía mundial. Decía, además, que con el proteccionismo que se avecina (Brexit, Trump, ¿Le Pen?), el comercio mundial podía estancarse y hasta contraerse con la secuela recesiva que sabemos que ello tiene en las economías del planeta y más en las de menor tamaño.
El optimismo económico que se respira estos días en los EE.UU. con Trumponomics, en mi opinión, no se justifica y va a ser efímero; tiene mucho que ver con la seducción transitoria del discurso populista. Hay poco en los pronunciamientos de Trump que sea positivo para la economía. En paralelo, creo que la economía de los EE.UU. se encuentra en la fase terminal de la expansión que se inició en julio de 2009, por lo que lo probable es que la economía entre en recesión en algún momento dentro de los próximos veinticuatro meses.
Desde 1945, los ciclos expansivos han tenido una duración promedio de cinco años, en tanto que la expansión actual ya cumple ocho, solo dos menos que la más larga de la historia que duró 10 años (1991-2001 ). Curiosamente, siendo una de las expansiones más longevas, la actual ha sido también una de las más débiles: el crecimiento anual promedio del PBI ha sido 2.1%, mientras que entre 1991-2001 fue 3.6%.
Lo mismo ocurre con el ciclo alcista de la bolsa (o bull market); el actual comenzó en marzo del 2009 y por la tanto ha tenido ya una duración de 8 años que es precisamente la duración promedio de un bull market. Es más, el actual ha tenido mucho de artificial porque se ha sustentado en una política de expansión monetaria sin precedentes e insostenible. En los EE.UU., la Reserva Federal ya ha iniciado el proceso en reversa con el aumento paulatino de las tasas de interés.
Finalmente, está el tema de la valoración. Mi indicador preferido es la relación precio-utilidad corregida por el ciclo económico planteada por el Nobel Robert Shiller que se conoce como CAPE. Hoy el valor del CAPE para las acciones en el índice S&P 500 asciende a 29, casi el doble del promedio histórico que es 16. Más preocupante es que desde 1880, es decir en ciento y pico de años, el CAPE ha alcanzado un valor de 29 o más solo en seis ocasiones: los cinco años entre 1998 y 2002 –que se conocen como el periodo de exuberancia irracional– y 1929 durante el trimestre anterior al crash de la bolsa de septiembre. Ni en 2007, antes de la caída de 2008-09, la bolsa estaba tan cara, con un CAPE de 27.
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