Las bolsas han recibido con optimismo a Donald Trump; por ejemplo, el índice bursátil más popular, el S&P500 –que agrega las cotizaciones de las quinientas empresas estadounidenses con mayor valoración de mercado–, ha aumentado 7% en lo que va del año. Si comparamos su nivel actual con el punto más bajo en que comenzó este último ciclo alcista (marzo de 2009), la cotización se ha triplicado.
Lo paradójico es que dicho optimismo contrasta con el poco favorable desempeño de la economía real y las bajas expectativas de una mejoría en el futuro previsible. Nos dice el FMI, en su informe de enero sobre la economía mundial, que 2016 cerró con un crecimiento del 3%, una décima menos que en 2015. La barrera del 3% es importante porque el FMI considera que, a tasas más bajas, se produce una recesión global; la razón de que sea el 3% y no el 0% es que las economías en desarrollo, en su conjunto –que dan cuenta de la mitad del PBI mundial– y, sobre todo, China y la India necesitan crecer a tasas de, por lo menos, 5% o 6% para que no se presenten problemas. En cuanto a las perspectivas, el FMI pronostica un ligero aumento en la tasa de crecimiento al 3.4% en 2017 y 3.7% en 2018. Pero estableciendo que los riesgos son a la baja, siendo su mayor factor:
“Los sucesos políticos recientes ponen de relieve la erosión del consenso en torno a los beneficios de la integración económica transfronteriza… El aumento de las restricciones al comercio mundial y a la migración… golpearía inmediatamente el ánimo de los mercados”.
Se refiere el FMI al Brexit, Trump y a la posibilidad de que los candidatos xenófobo-proteccionistas ganen las elecciones en varios países europeos, con Marine Le Pen en Francia a la cabeza. Brexit ha sido un duro golpe para la Unión Europea, pero es asumible; en cambio, una victoria de Le Pen supondría el principio del final. Trump, por su parte, se ha estrenado rechazando el TPP o Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio.
La prosperidad del planeta durante las últimas siete décadas le debe mucho a la liberalización progresiva del comercio internacional. Pero de ser uno de los motores claves del progreso, creciendo a tasas mayores que el PBI, desde la crisis del 2008-09, el comercio se ha convertido en un freno cuyo crecimiento apenas alcanza a la mitad de él del PBI. Y más por venir. Con la oleada de proteccionismo que se avecina, el comercio mundial podría estancarse y hasta contraerse.
Ante este panorama de la economía real, ¿está justificada la exuberancia bursátil actual? La respuesta es que no.
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