08.DIC Domingo, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Beto Ortiz,Pandemonio
Si sus electores optaran por el mal mayor y estos individuos ganaran la elección del domingo 5, lo más probable es que surjan nuevos e inmanejables territorios liberados en el país o que la cárcel siga sirviendo como despacho para más y más presidentes regionales.

Un incendiario famoso. La mañana en que se convertiría en una celebridad, Walter Aduviri Calizaya llegó al Canal 5 para una entrevista conmigo sin sospechar que tendría que quedarse acampando allí hasta el otro día.

Escoltado por su respectiva batería seria se apareció mucho antes de las siete de la mañana, consciente de la orden de captura que pesaba sobre su cabeza.

“Tengo a 500 mil hermanos aymaras alertas por si algo me pasa”, amenazó en las pantallas al enterarse que el jefe de Requisitorias lo acababa de ver en la tele y había venido a llevárselo preso.

Era el 26 de mayo de 2011 y Aduviri era el hombre más buscado tras poner en marcha su aciago ‘Aymarazo’, la revuelta contra las concesiones mineras que terminó con el bloqueo de la carretera Interoceánica, la toma del aeropuerto de Juliaca, la quema de locales públicos y el saqueo a empresas privadas con saldo de decenas de heridos y pérdidas por más de diez millones de soles.

El Ministerio Público pidió, en vano, 28 años de cárcel para él, pues el hombre nunca fue a la cárcel salvo la vez en que acudió a visitar a su chochera Antauro a Piedras Gordas. Su abogado de entonces, Martín Ticona, ahora postula también para alcalde de Puno.

“No seré como otros que se eligen por la izquierda y gobiernan con la derecha” –azuzó Aduviri en su último mitin- “Así como el Gobierno Central se casa con los grandes millonarios, nosotros nos casaremos con los microempresarios y las comunidades”.

Y es en nombre de ese soñado matrimonio que este contador experto en tributación (¡!) que hace tres años mandó a sus huestes a traerse abajo los locales de la (¿maldita?) Sunat y las aduanas de Puno, insiste en su afán de combatirlas –¡desde el Ejecutivo!– como gran promesa de campaña y lo más probable es que se salga con la suya porque está reinando en las encuestas de votación para presidente regional.

También ha prometido enfrentarse al INPE: le exige que retiren los penales de allí. Que los choros de Lima se queden en Lima. Y que se entronice la justicia popular: que la turba acuse y condene con sus propios jueces, como ya es tradición.

Y que florezca, por supuesto, la minería ilegal en esa su república imaginaria. Su archienemigo, el general PNP William Andía, que se encargaba de apagar todos sus incendios, también candidatea con pocas esperanzas.

Y también compite, por el mismo sillón, el ex congresista del Apra Wilder Calderón, quien fuera acusado en el 2006 de robar más de siete mil soles a Edelnor instalando una conexión clandestina en el inmueble que alquiló en el Cercado de Lima.

“Vota por Aduviri, nuestro hermano”, rezan las pintas en todas las calles puneñas. La nueva guerra de aymaras contra quechuas se librará esta vez en las urnas. ¿Qué partido político podría servir de vientre de alquiler a tamaño prócer? ¿Qué mejor que ‘Democracia Directa’, esa sospechosa mazamorra de fonavistas, agitadores, intrigantes y locos liderados por el desconcertante Álex Gonzales, ‘Toco-Toco’?

UN MONTESINISTA ESPIRITUAL.
El sujeto que nos da la espalda en la foto que ilustra esta página, aquel cuyo escaño parece un altar con paloma y crucifijo es Waldo Enrique Ríos Salcedo, el pintoresco agasajado a cuyo santo nos invitaba el tío Melcocha en un video ciertamente infausto que recordaba a los ancashinos la más grotesca oferta electorera: la de repartir el dinero del canon minero regalándolo a razón de 500 soles mensuales por familia.

Señalado por todos como el obvio socio del peligroso y ya encarcelado César Álvarez, Waldo postula por el Movimiento Independiente Regional Puro Áncash, y con sus nada santos antecedentes podríamos confeccionar un rosario completo.

No olvidemos que este excéntrico profeta de larga cola que, en nombre del sacrosanto canon minero, recorría las calles de Lima cargando una cruz de triplay fue inventado por ‘Popy’ Olivera, quien lo reclutó para la lista al Congreso del Frente Independiente Moralizador (FIM).

“Don Fernandito, yo nunca lo voy a traicionar”- -le prometía, muy zalamero _“Usted va a ser nuestro próximo presidente”. Pero, al primer descuido, milagrosamente mutó y se cambió de hábito antes de que cantara el gallo.

En el 2000, Waldo fue uno de los inolvidables pioneros del misérrimo transfuguismo. Aceptó el mafioso billete del ‘Doc’ para cambiarse de partido y, por ello, fue condenado a cuatro años de prisión suspendida.

En noviembre del 2002 fue llevado preso por no haber pagado los 70 mil soles de caución, pero la libró entregando una tiendita que tenía en Huaral a guisa de prenda.

Había sido enjuiciado previamente, en 1998, por haber sobrevalorado varias obras públicas de manera escandalosa cuando fue alcalde provincial de Huaraz, y, por si fuera poco, también por haber acosado sexualmente a las señoritas Flor Cadillo y Patricia Vásquez, dos de sus subordinadas en el municipio a las que insistentemente pugnaba por someter a su pendeja catequesis.

Cuando Waldo dejó la alcaldía para convertirse en congresista logró que Marco Villafuerte, el único regidor que lo había fiscalizado con severidad, fuera vacado por el Jurado Nacional de Elecciones, lo que impidió, así, que se convirtiera en teniente alcalde accesitario.

Villafuerte denunció entonces a Caretas que fue una gestión del ‘Doc’ lo que precipitó su salida.

El inefable Waldo renunció a las filas del FIM en agosto del 2000 con pretextos tan ridículos como el de asegurar que sus compañeros de bancada “no lo dejaban usar los mismos baños que empleaban los fujimoristas”.

En una audiencia ante una comisión del Congreso, Montesinos confesó haberle entregado diez mil dólares por la gauchada con el JNE y por haber traicionado con éxito a su partido.

También dijo que, como buen fanático religioso, Waldo se había puesto de rodillas ante él, dando loas al Señor. Al de los cielos, se entiende. Que él nos ampare y nos favorezca.


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