22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Daniel Urresti es uno de los políticos más apreciados por los peruanos, a tal punto que encabeza las preferencias como el personaje del año, con lo cual supera a Gastón Acurio y Mario Vargas Llosa (según Datum). Las encuestas de este fin de semana lo encumbran. Su aprobación como ministro continúa en alza (46%). La mayoría (45%) apoya sus polémicas medidas, como la creación del Grupo Terna y hasta un 25% se anima a vaticinar que sería un buen presidente.

Por si esto fuera poco, Ipsos se animó a incluirlo en un sondeo nacional urbano-rural sobre intención de voto con miras al 2016, en el cual aparece en cuarta ubicación con un 7%, por encima del ex presidente Toledo. Hace una semana GfK lo mostraba como potencial ganador ante una eventual segunda vuelta contra otro ex presidente, García. Hoy, lo quiera o no, es la principal carta electoral del nacionalismo, inclusive en comparación con la ministra Ana Jara, quien solo atrae a un 3% del electorado.

¿Qué ha hecho Urresti para ganarse tan pronto las simpatías de los peruanos? Una gestión mediática alrededor del principal problema para la ciudadanía: la inseguridad. Dejó a un lado los trajes adustos de sus antecesores y se puso indumentaria de trabajo de campo. Se vistió de anti-establishment. La delincuencia no disminuye, la Policía sigue desprestigiada, pero no hay día que los medios no se ocupen de él. ¿Por algo será? Así, inusitadamente se ha convertido en la mejor percepción de este año. Una suerte de holograma de eficiencia en medio de Figallos y Seguras, y poco a poco va generando un teflón ante la crítica de sus opositores. Sin dudas, los peruanos somos especialistas en inventarnos antihéroes a nuestra imagen y semejanza. De ahí a las urnas, hay unos pasos.


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