El Perú está comprometido con la organización de los Juegos Panamericanos. No es la primera vez que un gobierno tiene que asumir el compromiso de uno anterior; sucedió con APEC el 2008 y en noviembre. La diferencia es que, en ambos momentos, el Perú tiene mucho por mostrar y una agenda que promover: ratificar sus principios de economía de mercado y atraer urgentemente la inversión ahuyentada durante el periodo de Humala.
El evento deportivo nos encuentra en una posición muy distinta, en la que se refleja la falta de inversión en el sector, no solo en infraestructura, sino en entrenamiento y alimentación.
La cifra estimada para financiar los Panamericanos es de S/3,000 millones. Como suele suceder, ya empezaron las comparaciones respecto a cuántos hospitales o escuelas podrían construirse con este monto; cuántos medicamentos se podrían adquirir o cuántos programas sociales financiar.
Para algunos, esta es una oportunidad para revivir el interés por el deporte y diseñar políticas para su promoción. Para otros, es poner la carreta delante de los caballos: hubiera sido lógico invertir en nuestros deportistas antes de organizar unos juegos en los que no tendríamos mucho que ganar (al menos en lo que a medallas se refiere).
Lo que queda por ver es si, asumido un resultado solo regular en el medallero, habrá valido la pena el esfuerzo e inversión en infraestructura. Supongo que dependerá de lo que se haga de aquí en adelante: ¿ocupará el deporte el lugar que merece en la agenda nacional?, ¿la infraestructura se construirá pensando más allá del uso inmediato y servirá para mejoras permanentes en la calidad de vida?
Río, sometido a duras críticas respecto a las Olimpiadas, mejoró su sistema de transporte. ¿Podríamos alcanzar nosotros este anhelo?
Quién sabe; ‘son inescrutables los caminos del Señor’.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.