El momento de publicación de la resolución que aprueba la extradición de Manuel Burga a los Estados Unidos no podía haber sido más inoportuno: por supuesto que no ha sido el caso, pero parece decir “se me escapó Nadine, pero a cambio, aquí te entrego a Burga”.
Es el mismo Poder Judicial que tomó la decisión de encarcelar a Manuel Burga sin prueba alguna (como ellos mismos reconocen en su sentencia) el que levantó el impedimento de salida a Nadine Heredia, investigada por una serie de ilícitos.
Es cierto que no hay sentencia contra Nadine; pero tampoco la hay contra Burga. La diferencia es que la primera está investigada por diversos delitos en el Perú y tiene dinero. Manuel Burga no tiene ni dinero ni acusación, ni está sujeto a investigación alguna en el país.
La decisión de extradición tampoco supone culpabilidad; para empezar, el supuesto delito (asociarse ilícitamente para conspirar) no existe en el Perú.
Pero como no había ni cuentas ni comunicaciones que probaran robo, estafa o cualquier otro delito real, este fue el único que no requería pruebas objetivas (¡precisamente porque no existe!).
A Nadine Heredia le espera una “blanca Navidad”: en Europa, escuchando villancicos y compartiendo con sus hijos chocolate caliente y una suculenta cena auspiciada por la FAO (que es la que se encarga de resolver los problemas de hambre en el mundo, ¿verdad?).
¿Qué le espera a Manuel Burga esta Navidad? Sin dinero (como no robó, no lo tiene) y con una orden de extradición, no puede viajar a ningún lugar del mundo pues sería capturado de inmediato.
Sin que haya una acusación en su contra, lleva un año en la cárcel.
Ya es hora de dejarlo con su familia, libre en el Perú mientras se procesa la extradición a tiempo para llegar a la fecha del juicio allá.
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