Eso de que “la mujer del César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo” necesita revisión, al menos a la luz de los hechos y personajes relacionados con las empresas constructoras brasileñas y los juicios y prejuicios de la prensa.
Para empezar, no importa ser y parecer honesto; es suficiente con que un periodista que no lo sea tanto, e incluso que tenga en su clóset varios ‘esqueletos’, empiece a repetir cuestionamientos que otros recogen, por interés, ignorancia, o deseo de distraer la atención de sus propios entuertos. Habrá quienes genuinamente busquen la verdad, pero habrá muchos más que deseen ver fuera de juego a los honestos que les impedirán negocios turbios a costa del Estado.
Lo más lamentable es que el éxodo de buenos funcionarios, fomentado por Alan García y exacerbado por Humala, podría haberse revertido bajo la dirección de Kuczynski y Zavala. El día miércoles, Zavala tuvo que desmentir su supuesto alejamiento del cargo, y dejar con “los crespos hechos” a más de uno. Al presidente, para no encender más pradera, no le quedó más remedio que “no hablar inglés”.
En general, el gabinete está bastante silencioso. Podríamos pensar en la sabiduría del dicho “eres dueño de tu silencio y esclavo de tus palabras”, pero también interpretar que es mejor callar que argumentar, aunque pensemos que se trata de sustentar lo correcto o de defender principios.
La mala noticia es para los idealistas, especialmente aquellos que aspiran a un alto cargo ejecutivo: no sé si el crimen paga o no paga, lo que les puedo casi asegurar es que no comprarse ningún pleito es sumamente rentable: no serán tildados de conflictivos, no tendrán enemigos, sus jefes los promoverán y cumplirán –con toda paz– el mandato de la naturaleza a los seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Palabra de una que gusta comprarse todos los tickets.
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