Cuando se habla de “cambio climático” se percibe un problema en el cual la responsabilidad debe recaer sobre los países desarrollados. La “pateada de tablero” de Trump evidencia que el problema continuará por una sencilla razón: los costos son asumidos de inmediato, mientras que los beneficios se darán a muy largo plazo y probablemente no seamos nosotros quienes los veamos.
A nivel familiar, especialmente en poblaciones con menor acceso a servicios de salud, ocurre lo mismo cuando se trata de vacunación: el costo de llevar al niño a vacunar es inmediato (transporte y tiempo, entre otros), mientras que los beneficios no son tangibles y probablemente nunca lo sean si es que no existe una situación en la que los demás niños se enfermen y no aquel que fue vacunado. Sin embargo, es una de las políticas sociales con mayor retorno por cada dólar invertido.
El Consenso de Copenhague reunió un panel de expertos para definir cuáles eran las intervenciones más eficientes en términos de valor social. Entre más de 100 metas propuestas, escogió aquellas cuyo retorno era de más de 15 dólares por cada dólar invertido. A vacunación se sumaron reducción de la tuberculosis, de la malnutrición infantil, acceso a anticoncepción y eliminación la violencia contra mujeres y niñas.
El empresariado está acostumbrado a optar por las inversiones con mayor retorno. Con el mismo criterio, en el ámbito social serían las elegidas.
Sorpresa: respecto al cambio climático, la inversión más eficiente es concentrarse en reducir la contaminación dentro del hogar debido al uso de combustibles como leña, bosta o carbón.
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