Nada bien andan las cosas en Gana Perú. El accidentado proceso de elección del defensor del Pueblo y la suspensión de Javier Diez Canseco han puesto en evidencia, una vez más, las pugnas que otrora influyentes figuras del nacionalismo libran por mantener su cuota de poder en el partido de gobierno.
En una esquina del ring, dicen las fuentes, estaría Daniel Abugattás quien, tras varios meses de voluntario aislamiento político, reapareció en escena –con la misma delicadeza de un elefante en una cristalería– para boicotear la nominación de Walter Gutiérrez a la Defensoría, cuando esta ya contaba con la bendición palaciega. Y de pasadita, como quien no quiere la cosa, para ‘marcar’ su territorio frente al vocero Jaime Delgado, a quien no tiene reparos en vapulear públicamente.
Eso no es todo. Ahí está también su firme defensa a Diez Canseco a sabiendas de que la “orden” era, más bien, expectorarlo del Pleno. Todo, aseguran, con el único fin de demostrar que todavía ‘pesa’ dentro de su bancada, donde hay quienes, como Fredy Otárola, lo siguen a pie puntillas, aunque por otras razones más personales.
Y es que, señalan nuestras fuentes, a don Fredy aún le queda sangre en el ojo tras su inesperado desembarco, en julio, de la presidencia del Congreso, donde ya se sentía ficha segura. La dupla, entonces, juega en pared. Uno para recuperar presencia; otro con la esperanza de ser ‘el amigo elegido’ para conducir el Parlamento.
Juego aparte desarrollan los llamados provincianos, a quienes su voto en defensa de Diez Canseco les ha merecido ya un severo jalón de orejas y la advertencia –ahora que se avecina una nueva investigación al parlamentario en Ética– de que, ante una nueva rebeldía, se acaba el apoyo para obras en sus respectivas regiones. Guerra avisada no mata gente…
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