Autor: Ricardo Monzón Kcomt.
rmonzon@peru21.com
En esta época en que la corrupción se ha impregnado en las instituciones y los poderes del Estado, un peruano ha asumido la presidencia del ente más importante en lucha contra la corrupción en el mundo: Transparencia Internacional. José Ugaz señala que, después del gobierno de transición del presidente Paniagua, no ha habido voluntad política para revertir esta situación, pero confía en que un nuevo presidente afrontará el reto.
¿Cuáles son los retos que tendrá en su nuevo cargo?
Ahora que se cumplieron 20 años de su creación, en el 2013, el reto es ser un movimiento de corte más masivo, que hable más fuerte, diga nombres, y que desarrolle una estrategia de lucha contra la impunidad. Para mí es una gran responsabilidad ser el presidente en esta transición.
¿Fue clave haber sido procurador en el caso Fujimori?
El caso peruano es visto en la comunidad internacional como exitoso por la cantidad de personas que fueron llevadas a la justicia, la cantidad de sentencias condenatorias y la capacidad que tuvo el Estado para recuperar dinero que fue extraído del país. Entonces, sí es cierto que ahí hay un ejemplo que pesó al tomar la decisión, a lo que se suma mi militancia de más de 12 años y que el discurso que yo he venido desarrollando al interior de Transparencia Internacional coincide plenamente con este cambio estratégico que la organización ha decidido hacer.
¿En el Perú estamos perdiendo la batalla en la lucha contra la corrupción?
La corrupción es un fenómeno dinámico y siempre tratará de recuperar espacio. Durante la primavera del gobierno de transición del presidente Paniagua y los primeros años del gobierno que continuó, hubo una voluntad política muy clara para luchar contra la corrupción; cuando esa voluntad política declinó, la corrupción volvió a ganar espacio.
¿Cuándo declinó?
En el último tercio del gobierno del presidente Toledo y, sin duda alguna, durante el gobierno de García y durante este gobierno. Con el presidente Humala, más allá de los discursos, hemos visto poca concreción de una voluntad política al más alto nivel del Estado. Es sorprendente que en un país con los niveles de corrupción como los que tenemos acá, en el mensaje presidencial de 28 de julio, no se le haya dedicado ni un solo párrafo al tema. Eso evidencia que no hay una voluntad política o no se sabe qué hacer con el problema.
En el último informe del Banco Mundial, se concluyó que los niveles de control de la corrupción en el Perú habían caído a los mismos niveles de fines del fujimorato. ¿Qué está pasando?
Hay que discriminar una cosa de la otra. Durante el fujimorismo hubo crimen organizado, una red corrupta que tumbó el gobierno; y hoy día, lo que estamos viendo, es una corrupción extendida a nivel administrativo pero no organizada. Tenemos focos corruptos en, prácticamente, todas las regiones del país.
¿A qué se debe?
A la falta de control y la llegada al poder de personas que quieren esquivar al Estado. Además, esto tiene que ver con la falta de preparación cuando se decidió la regionalización porque era evidente que, al desconcentrar el poder, también se iba a desconcentrar la corrupción. Se debió descentralizar el control del poder para que no se dieran los espacios de impunidad que vemos ahora.
¿Falla la fiscalización de las instituciones?
Lamentablemente, no están a la altura de las circunstancias. Tenemos a un Ministerio Público cuestionado en su máxima autoridad con presuntas vinculaciones con el crimen organizado, igual que el fiscal de la Nación anterior; tenemos un Poder Judicial donde los vocales de la Corte Suprema han sido cuestionados; y el Tribunal Constitucional con personas vinculadas a la corrupción. Por otro lado, tenemos a una Contraloría que no está respondiendo de manera preventiva ni tampoco de manera reactiva.
Tenemos a ex presidentes bajo investigaciones por corrupción. ¿Eso desprestigia la política peruana?
Da cuenta de una falta de liderazgo ético en el país.
Este gobierno no se salva…
No tenía ni tres semanas este gobierno en el poder y el primer vicepresidente de la República tuvo que renunciar porque fue sorprendido en una reunión privada en un acto de corrupción. Desde la presidencia y los más altos niveles del ejercicio del poder, no se toman las decisiones adecuadas. Cuando el señor Chehade fue sorprendido en estos actos, el presidente de la República calló durante semanas, en lugar de tomar una postura ejemplar.
La procuraduría anticorrupción dice que el 92% de los alcaldes del Perú están investigados. ¿Es posible revertir esto?
Es perfectamente posible, países con altísimo nivel de corrupción, como Botsuana, tomando decisiones administrativas y políticas, con una voluntad clara de su presidente, lograron reducir significativamente los niveles de corrupción.
Pero Perú no es Botsuana, y Humala no está actuando como aquel presidente.
Salvo 2 o 3 discursos donde el presidente Humala habla del tema, el resto es silencio. Debe tomar decisiones.
AUTOFICHA
- “No puede ser que, cuando Toledo fue elegido, su asesor fue sorprendido cobrando sobornos a gente del fujimorismo; y que en el gobierno de García un gabinete caiga porque el premier y otros desfilaron por la suite de un empresario que tenía intereses oscuros para el país”.
- “En el caso López Meneses, creo que el presidente ha sido tajante en señalar que no tiene nada que ver. A mí me parece que hubo una intención de querer involucrarlo. Esto parece más bien una manipulación de la prueba de los mafiosos”.
- “Tiene que establecerse niveles de elección más transparentes en las instituciones. En la última elección del Ministerio Público, hubo un cuestionamiento público, casi un clamor, y hasta una fiscal suprema renunció. Sin embargo, igual salió elegido Ramos Heredia”.
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