22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

“Hay que pasarlo mal para tener méritos, si uno está cómodo y contento es un imbécil que no piensa, es un peligro, es un traidor”.

Periodista

Hace poco me hicieron una entrevista para un portal web muy leído. Mis declaraciones fueron bastante simples pero honestas. Luego me sorprendió ver los comentarios absolutamente violentos de cierta gente (todos hombres) que la leyó. Les molestaba muchísimo que hubiera dicho que me siento feliz cuando estoy en zonas rurales, es decir, en el campo, en contacto con la naturaleza y con gente sencilla, una valiosa oportunidad que tengo desde hace más de veinte años, por dedicar mis investigaciones y libros mayormente a regiones, y no tanto a grandes ciudades como Lima. Pero a la gente que me insultaba (calabaza, hdp, caviar, cojuda, etc.) le indignaba que el periodista hubiera mencionado que vivo en un departamento con vista al mar (oh sacrilegio) e incluso se embarcaron en una estúpida discusión acerca de izquierdas y derechas liberales, porque dije que quizá PPK podría ser un buen candidato, cosa que afirmé tímidamente porque no lo tengo nada claro. “Qué se cree esta cojuda que apoya a la banca”, “por qué en los medios siempre opinan los mismos imbéciles”, etc.

Esos insultos no me quitan el sueño ni me resultan nuevos. Lo que me cansa es esa actitud de respetar solo al que sufre, al que llora, al que lo pasa mal. Lo encuentro profundamente mezquino, resentido y anticuado. Hay que pasarlo mal para tener méritos, si uno está cómodo y contento es un imbécil que no piensa, es un peligro, es un traidor. No estoy dispuesta a hacerme la víctima para ganarme el respeto de personas agresivas, con su discurso inútil de izquierdas versus derechas, conceptos lapidarios que me tienen sin cuidado. Todos en el Perú queremos salir adelante, todos queremos vivir en un lugar sano, bonito, tener salud, tener trabajo, no pelear con el vecino, que no nos mate una bala perdida, disfrutar, amar, luchar por lo que creemos y necesitamos, reír, celebrar, expresarnos sin ser insultados por lo que somos. Mi vida no es perfecta pero solo puedo estar agradecida porque es armoniosa. Lo poco que tengo es producto de mi trabajo y ese trabajo, en muchas ocasiones, ha estado al servicio de personas con menos oportunidades, pero esas personas me han enseñado mucho y me han mostrado con orgullo alguna riqueza invalorable. Y no, igual que ellos, yo no me siento culpable por tener una vida tranquila, más bien quisiera que todos en el mundo pudieran tenerla, y soy consciente de que muchas veces se trata de suerte y no de méritos, pero no por eso voy a caminar la procesión de rodillas, en penitencia, solo por miedo a esas personas que necesitan verte mal para respetarte.


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