Ariel Segal,Opina.21
Arielsegal@hotmail.com
El 2013 será un año muy conflictivo para Mali, un país de 12 millones de habitantes, una de las naciones más pobres del mundo, ubicada en la zona del Sahara africano, cuya situación política se deterioró pues miles de refugiados malienses de la tribu Tuareg –que viven dispersos entre países fronterizos como Argelia, Níger y Burkina Faso– emigraron de Libia de vuelta al norte de su nación de origen y, con las mismas armas con las que colaboraron para derrocar a Gadafi en octubre de 2011, crearon una guerrilla para independizar a la provincia norteña de Azawad, declarando la guerra al Gobierno de Bamako (su capital).
Militantes de AQIM (Al Qaeda en el Magreb) se aliaron con los Tuareg y participan en el conflicto, que ahora ha convertido a Mali en una fortaleza del islamismo radical que incluye a miembros del grupo Frente Islamista de Salvación de Argelia (FIS) y a otros grupos que desestabilizan, también, a países vecinos como Níger y Nigeria. La internacionalización del conflicto maliense se ha manifestado en días recientes con ataques de la fuerza aérea de Francia contra la guerrilla y sus aliados de AQIM en el norte del país, y luego, con el secuestro de rehenes de varias nacionalidades que esta organización islamista llevó a cabo en una planta de gas en Argelia, que terminó en un baño de sangre durante una operación de rescate del Gobierno de Argel.
Mali se está convirtiendo progresivamente en el mayor epicentro de Al Qaeda –luego de que su cúpula principal se debilita en Afganistán y Pakistán–, por lo que, a fines de 2012, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una operación militar africana para expulsar del país a la malévola Al Qaeda y a sus aliados.
En esta historia, la situación explosiva de Mali fue creada por Occidente al derrocar al tirano de Libia sin preparar un escenario post-Gadafi.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.