BUENOS AIRES (Agencias).– El kirchnerismo cumple mañana 10 años en el poder en Argentina, en medio de su peor crisis por los escándalos de corrupción en el que está envuelto, así como por la creciente inflación, inseguridad y su mala relación con la prensa de oposición.
La ‘Era K’ –la letra K pasó a ser la marca del kirchnerismo– se inició el 25 de mayo de 2003 con la Presidencia de Néstor Kirchner hasta 2007 –falleció de un infarto en 2010–, y se prolongó con su esposa, Cristina Kirchner, elegida en 2007 y reelegida en 2011.
El peronista Néstor Kirchner llegó a la Presidencia con solo el 22.24 por ciento de los votos, luego de que su rival en la segunda vuelta, el también peronista Carlos Menem, desistiera. Llegó desde la austral Santa Cruz, una provincia rica en petróleo y con muy pocos habitantes a la que gobernó durante tres mandatos consecutivos.
EXPANSIÓN ECONÓMICA
Kirchner recibió un país que había comenzado a crecer durante la Presidencia interina del peronista Eduardo Duhalde (2002-2003). La economía argentina, impulsada por el boom de los commodities agrarios, registró desde entonces el periodo de expansión sostenida más largo de la historia reciente, a tasas chinas, que sufrió una frenada en 2009, con la crisis internacional, y luego en 2012, cuando la combinación del escenario externo con factores domésticos desaceleró el crecimiento y desató la alarma.
Con una inflación real superior al 20% desde 2007, no reconocida oficialmente hasta este año, cuando se le intentó domar con un congelamiento de precios, la ausencia de reglas de juego claras, el cierre unilateral de las fronteras comerciales y severas restricciones en el mercado de cambios desalentaron la inversión y generaron fricciones con otras naciones.
Miles de ciudadanos salieron varias veces las calles para protestar a voz en cuello contra la inseguridad, la corrupción, el cepo cambiario –que impide comprar dólares para protegerse de la inflación– que, según los economistas, llegó al 25.6% en 2012, y lo que califican de “autoritarismo K”.
CONFRONTACIONAL
Con Cristina como presidenta, Argentina se aleja de Brasil y se identifica con Hugo Chávez, con estatizaciones, control de cambios, congelamiento de precios y una política exterior que incluye el acercamiento con Irán.
El discurso político confrontacional de la pareja se potenció con la actual mandataria y atizó un enfrentamiento con uno de los mayores multimedios de Latinoamérica, el grupo Clarín, al que quiere obligar –a través de una ley– a desprenderse de radios y señales de televisión.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.