Enrique Castillo,Opina.21
ecastillo@peru21.com
El Presidente dijo que ellos no iban a negar la posibilidad para que sufran sus enemigos políticos. Sin embargo, las encuestas, así como las expectativas políticas y económicas negativas que la sospecha generaba, les demostraron a los Humala que mantener viva la probable candidatura no les hacía daño a sus contrincantes, sino a ellos mismos.
Los que sufrieron fueron los mismos esposos Humala, que terminaron “tirando la toalla” y haciendo lo que el Presidente Humala dijo que no harían.
El anuncio –hecho justo cuando la Contraloría General de la República iba a anunciar los gastos que la Primera Dama generó al Estado, lo cual ha generado suspicacias– seguramente no ha sido fácil, y nunca sabremos quien convenció o presionó a quien para hacerlo. Porque lo cierto es que había una expectativa, un deseo, un proyecto en marcha.
¿Cuánto le ha costado a ellos y al país el ‘juego’?, obviamente mucho, en lo económico y en lo político. En un momento en el cual la economía enfrenta algunas amenazas, ponerse a jugar desde el más alto nivel del Gobierno con un tema tan sensible para los inversionistas resultó muy imprudente.
Y si lo que se quería era apuntalar y consolidar la imagen de quien debía postular y “arrasar” el 2016, se logró exactamente el efecto contrario, porque convirtieron, en la percepción de la población, a la carismática y trabajadora esposa del Presidente en la ambiciosa política que, usando recursos públicos, quería emular a Cristina Kirchner.
Hoy, el Presidente ha visto mellada su credibilidad una vez más, la Primera Dama ha perdido una buena cuota de poder, Gana Perú perdió a su “locomotora”, y el país perdió tiempo y dinero. Un juego que resultó un muy mal negocio.
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