22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Alguna vez escribimos que la Primera Dama, con el pragmatismo que la caracteriza, tomaría la decisión de postular en el 2016 –al margen de los temas legales– si las condiciones objetivas le eran favorables. No lo son…por ahora.

Enrique Castillo,Opina.21
ecastillo@peru21.com

El Presidente dijo que ellos no iban a negar la posibilidad para que sufran sus enemigos políticos. Sin embargo, las encuestas, así como las expectativas políticas y económicas negativas que la sospecha generaba, les demostraron a los Humala que mantener viva la probable candidatura no les hacía daño a sus contrincantes, sino a ellos mismos.

Los que sufrieron fueron los mismos esposos Humala, que terminaron “tirando la toalla” y haciendo lo que el Presidente Humala dijo que no harían.

El anuncio –hecho justo cuando la Contraloría General de la República iba a anunciar los gastos que la Primera Dama generó al Estado, lo cual ha generado suspicacias– seguramente no ha sido fácil, y nunca sabremos quien convenció o presionó a quien para hacerlo. Porque lo cierto es que había una expectativa, un deseo, un proyecto en marcha.

¿Cuánto le ha costado a ellos y al país el ‘juego’?, obviamente mucho, en lo económico y en lo político. En un momento en el cual la economía enfrenta algunas amenazas, ponerse a jugar desde el más alto nivel del Gobierno con un tema tan sensible para los inversionistas resultó muy imprudente.

Y si lo que se quería era apuntalar y consolidar la imagen de quien debía postular y “arrasar” el 2016, se logró exactamente el efecto contrario, porque convirtieron, en la percepción de la población, a la carismática y trabajadora esposa del Presidente en la ambiciosa política que, usando recursos públicos, quería emular a Cristina Kirchner.

Hoy, el Presidente ha visto mellada su credibilidad una vez más, la Primera Dama ha perdido una buena cuota de poder, Gana Perú perdió a su “locomotora”, y el país perdió tiempo y dinero. Un juego que resultó un muy mal negocio.


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