José Cevasco: Reorganización a la franca

Parte del problema de la imagen del Congreso radica en sus políticas administrativas, que no son bien vistas por la población. Hoy el Legislativo destina el 70% de su presupuesto a las remuneraciones de los congresistas y los trabajadores. Si bien las remuneraciones de los legisladores no son de las más altas de la región, el gasto se incrementa por la cantidad de empleados que tiene el Congreso, que sobrepasa los 3 mil.

Lógicamente, para justificar las contrataciones desmedidas, se ha inventado un desbordante organigrama con 50 dependencias, sin contar el famoso Módulo de Apoyo a la Organización Parlamentaria, que le costó al país más de S/.16 millones.

“Zapatero a su zapato”, me dijo una vez un ex presidente del Congreso, dándome a entender que los parlamentarios no deben llegar al Congreso para administrarlo. Estaba en lo correcto, pues los congresistas deben llegar al Parlamento para hacer leyes, representar y hacer control político, y no para manejar dependencias administrativas porque, al final, terminan como agencias de empleo para meter a sus allegados.

Hoy el Congreso tiene dentro del Servicio Parlamentario a empleados con un claro tinte político, contratados en este y en quinquenios pasados, desvirtuando la independencia que debe caracterizar a los trabajadores de la planta administrativa.

El organigrama y número de personal del Congreso deben ser aprobados por el Pleno del Congreso para evitar que las mesas directivas puedan inapropiadamente contratar personal. El organigrama del Congreso debe reducirse, dejando las dependencias estrictamente necesarias que tienen que ver con el apoyo administrativo y con los procesos parlamentarios. Amén del órgano de control que debe ser designado por la Contraloría General.

La actual Mesa Directiva puede pasar a la historia de dos maneras: maquillando la realidad administrativa del Congreso o haciendo un verdadero trabajo de reorganización que incluya la meritocracia y el concurso público de sus plazas.