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Opinión

La inminente publicación de una nueva novela de Harper Lee, quien se hizo célebre por Matar a un ruiseñor (1960), ha suscitado un enorme revuelo. Después de todo, parecía improbable que la escritora estadounidense fuera a romper un silencio literario de… ¡cincuenta y cinco años! Como se sabe, luego de su avasallador éxito inicial, no volvió a publicar más, lo que dio pábulo a un sinfín de especulaciones.

¿Qué ocurrió con Harper Lee? ¿Por qué se agotó tras una sola obra? Las malas lenguas hicieron correr el rumor de que Truman Capote había reescrito la novela hasta ponerla a punto. Ambos eran amigos íntimos y, además, uno de los personajes está inspirado en él. Por su parte, ella lo ayudó en la investigación de A sangre fría, aunque Capote, más tarde, con su habitual mezquindad, quiso restarle importancia a su contribución. Cabe suponer que la concesión del premio Pulitzer a la debutante exacerbara sus celos profesionales.

La explicación más plausible sobre el largo silencio de la autora reside en su peculiar carácter sureño. Harper Lee era una chica de pueblo, acostumbrada a una vida discreta, y no aspiraba a convertirse en una figura pública. De la noche a la mañana, se encontró en medio de un torbellino mediático que fue in crescendo cuando Hollywood adaptó la novela en 1962, con Gregory Peck como el inolvidable Atticus. A ello debe sumarse la presión de tener que escribir un segundo libro que fuera igual o mejor que el primero. De ahí que, incapaz de sobrellevar la fama, la novelista optara por desaparecer de la escena.

Ahora, sin embargo, ha regresado a las primeras planas. Y no es que haya vuelto a escribir, sino que ha rescatado un antiguo manuscrito que se creía perdido. Se trata de la versión original de su única novela, que difiere bastante de la que conocemos. En 1957, un editor perspicaz, Tay Hohoff, la persuadió para que rehiciera la trama y concentrara la acción en la infancia de la protagonista. Algunos detractores sospechan que se atascó en el proceso de reescritura y que solo pudo salir adelante gracias al talento del editor, quien le dio al libro su forma definitiva. Por tanto, es inevitable preguntarse cuánto aportó realmente la escritora. Y, en ese aspecto, el lanzamiento de aquella versión primigenia (que se titula Ve, pon un vigilante y constituye una secuela argumental) podría revelarnos algunas pistas significativas.

Harper Lee, que pronto cumplirá 89 años, se encuentra casi ciega, sorda y con la memoria frágil. Por ello, se duda de su capacidad para autorizar la nueva publicación. Matar a un ruiseñor es una novela ejemplar por su defensa de la tolerancia y la justicia, una suerte de manual de ética para lectores de todas las edades que ha vendido alrededor de 40 millones de ejemplares en diversos idiomas. Hay demasiado dinero en juego.


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