12.DIC Jueves, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Según la leyenda, Martín Adán desaparecía misteriosamente de Lima cada cierto tiempo. Nadie sabía que se escapaba a Pacasmayo, la tierra de su padre, donde era acogido a pesar de los estragos que acarreaba su irrefrenable dipsomanía. Ahora que hemos visitado el lugar, podemos entender el hechizo que debió de experimentar el poeta cada vez que recalaba en el puerto. El hermoso malecón festoneado por antiguas casonas republicanas y el larguísimo muelle –casi unos 700 metros– son los hitos de un viejo esplendor impregnado de un aura romántica y una vaga melancolía.

La Casa de la Cultura de Pacasmayo Carlos Arbaiza Stroh-
meier es una de esas raras instituciones provincianas que se deben a la iniciativa privada y que han conseguido desarrollar una encomiable labor sin apoyo del Estado. Esta entidad celebra nada menos que sus 50 años de fundación, efeméride que ha motivado la realización de una semana cultural que ha congregado a destacados profesionales como los arqueólogos Luis Guillermo Lumbreras e Ignacio Alva, el escritor Eduardo Gonzales Viaña, los periodistas Rafo León y Laura Alzubide, y el novelista español Rafael Sender. La ocasión ha sido propicia para presentar a la Orquesta Sinfónica de Pacasmayo y al concertista de piano Gabriel Gutiérrez García, un joven talento que, a sus 18 años, ofreció un magnífico recital con piezas de Beethoven, Debussy y Bach.

Este cronista concurrió a la cita y puede asegurarles a los lectores que el programa no pudo ser mejor. El homenaje a Antonio Cisneros, realzado por la presencia de la hija y el yerno del “poeta que amaba la vida”, fue el encuentro central de un memorable recordatorio de un personaje estrechamente ligado a Pacasmayo. Gracias al infatigable Carlos Flores Lamas –pacasmayino de pura cepa y amigo entrañable–, curador de una selecta muestra de artistas contemporáneos (que incluía obras de Szyszlo, Chávez, Llona, Wiesse, Polanco, entre otros) y organizador, junto con el ingeniero Rogerio ‘Chicho’ Deza, ha sido posible estrechar lazos culturales entre una provincia histórica y una metrópoli que peca de indiferencia.

El evento de Pacasmayo es un ejemplo por seguir. No tenemos palabras para resaltar el entusiasmo, dedicación y generosidad de un puñado de ciudadanos (sobre todo las damas de la localidad, las hermanas Flores Lamas y la familia Calderón) que, sin importar las restricciones financieras, se esmeraron por que los participantes se sintieran a gusto. Como cosa curiosa, vale la pena señalar que uno de los expositores, el doctor José Ugaz, el adalid contra la corrupción, fue lanzado por clamor popular como candidato de Pacasmayo a la presidencia de la Nación. Oigamos a la provincia.


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