Enrique Castillo,Opina.21
Estas elecciones nos han traído resultados que no han sido del todo sorpresivos. Claro, para los que tenían ojos para ver.
El triunfo de Castañeda era cantado. Y el segundo lugar de Cornejo empezó a ser previsible desde hace dos o tres semanas. El candidato aprista subía sostenidamente, de a pocos, pero subía. En cambio, Susana Villarán se estancaba y se desesperaba; mientras que Salvador Heresi hacía todos los esfuerzos –con mucho entusiasmo además- para decepcionar y caer.
En las regiones, el triunfo de Gregorio Santos en primera vuelta también estaba cantado. El Gobierno lo victimizó permanentemente y la detención lo favoreció. La sorpresa sí ha sido su altísima votación. La mitad de la región Cajamarca lo respaldó. Muchos siguen creyendo que Cajamarca es solo la capital y su Plaza de Armas, y que el mundo rural no cuenta. Ni aun retirándose Absalón Vásquez –que jamás dio la talla– hubiera perdido Santos.
En el resto del país, las cosas no están tampoco como para alegrarse. Hay de todo, malo conocido y mucho por conocer. Habrá mucha incertidumbre y las inversiones van a esperar los resultados de la segunda vuelta y las señales que den las nuevas autoridades. La inversión pública no va a mejorar por un tiempo.
Tras esta elección, ahora calentarán motores los que quieren ser presidentes y congresistas.
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