22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Tiempo atrás, el mito de París era un imán irresistible para los escritores y artistas latinoamericanos. En el caso del Perú, en los años setenta, varios jóvenes talentosos decidieron seguir la estela de Vallejo y Moro, continuada después por Eielson, Szyszlo, Varela, Ribeyro, Vargas Llosa, Bryce Echenique e Hinostroza, y cruzaron el Atlántico para afincarse en la capital francesa. Algunos se establecieron durante una temporada más o menos larga, pero otros determinaron que no había vuelta atrás y se quedaron para siempre.

Patrick Rosas fue uno de los escritores que quemaron sus naves. Después de todo, el Perú se encontraba bajo la férula de una dictadura militar y ofrecía escasas posibilidades para desarrollar una carrera literaria. Nacido en Lima, en 1947, Rosas era una de las voces poéticas que habían irrumpido con fuerza y descaro en un periodo en el que la sociedad peruana sufría una grave conmoción. En París, realizó trabajos diversos hasta que consiguió un puesto de periodista en Radio France. Mientras tanto, insatisfecho con su veta lírica, se volcó de lleno a la narrativa, como lo prueban sus siete novelas y dos libros de cuentos.

Su más reciente entrega, Entre el estrago del combate mudo (Huerga & Fierro, Madrid, 2015), lleva un prólogo de la escritora española Cristina Fernández Cubas. Han pasado ya cuarenta años desde que Rosas se lanzara a la aventura del exilio, lo que quizá explique su singularidad, pues esta novela no delata la procedencia del autor y el Perú apenas asoma como un paraje exótico. La intriga ocurre en París y sus personajes son franceses. El protagonista es un lejano descendiente de un coronel peruano que acompañó al presidente Mariano Ignacio Prado en su discutido viaje a Europa en 1880, en plena guerra con Chile. Pero este detalle no pasa de ser un curioso guiño del narrador. Diestro para la indagación psicológica, Rosas aborda la crisis existencial de un hombre de mediana edad que, incapaz de tender lazos afectivos con su hijo adolescente y sus amantes de turno, se sumerge en una asfixiante espiral de desencanto y fracaso.

Entre el estrago del combate mudo es una obra dura e implacable, áspera y densa, que no hace concesiones al lector. Sin duda, Rosas ha asimilado una tendencia de la novela francesa contemporánea y ha puesto al descubierto las contradicciones de un país que enfrenta una creciente fractura sociocultural. Una sorda violencia recorre este libro oscuro y melancólico, que nos recuerda las historias tristísimas de Onetti y sus seres desvalidos. Por lo demás, su trama compleja y sinuosa, en lugar de ahuyentarnos, nos atrapa sin remedio. Al parecer, el lado de la sombra ejerce una fascinación inexorable.


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