22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Gran revuelo ha generado el ingreso no autorizado de los activistas de Greenpeace a la zona arqueológica protegida e intangible de las Líneas de Nasca. Greenpeace quiso aprovechar la COP20 para darse publicidad con nuestros recursos, sin respetar el patrimonio cultural ni a las autoridades. Causaron daños irreparables, a decir del Ministerio de Cultura, y los argumentos del jefe de la expedición son de risa: “No han hecho daño”. Eso no los exonera de la responsabilidad por no tener autorización y violar la ley. Las disculpas llegaron tarde, luego de intentar justificar lo injustificable. La organización, defensores del medio ambiente ante el mundo, no se sabe de quién se atribuyen tal representatividad; además, obtienen millonarios recursos y no son capaces de respetar el patrimonio histórico, cultural y arqueológico de un país milenario. La publicidad le salió negativa.


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