22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

¿Qué veremos hoy, en el cuarto partido, que se juega en Cleveland? Vamos a seguir viendo aclarados para LeBron James en el poste alto, enfrentado o de espaldas a su defensor, sin ningún tipo de ayuda por parte de los otros jugadores de los Warriors.

Apelar a la épica. Jugar en el fango. Esa ha sido la táctica de los Cavaliers en los tres primeros partidos de las Finales NBA, que definirán el campeón al mejor de siete. El equipo de LeBron James ha logrado desactivar al MVP de la liga regular, Stephen Curry, gracias a la defensa asfixiante de Matthew Dellavedova. “Uno de los héroes más improbables de la historia de las finales”, ha dicho el comentarista estadounidense Mike Breen. Klay Thompson ha parecido desconcertado casi todo el tiempo, a excepción del segundo partido. Draymond Green ha fallado tiros francos desde el triple. Solo Andre Iguodala, desde el banquillo, ha tenido una actuación solvente a lo largo de la serie, en ataque y, sobre todo, en defensa, ante un imparable LeBron James. Los números del jugador de Ohio son, hasta hoy, asombrosos: 41 puntos 12 rebotes, 8.3 asistencias por partido. Es, sin duda, una de las mejores actuaciones ofensivas de la historia. ¿Por encima de Michael Jordan? Las estadísticas dicen que sí. Aunque lo importante es ganar el anillo, claro está.

¿Cómo llegaron los campeones de la liga regular, los Warriors, a estar entre las cuerdas? Su actuación en los playoffs no ha convencido a todos los analistas. Sufrieron, durante dos partidos, ante unos mermadísimos Memphis Grizzlies. Se les vieron las costuras ante los Houston Rockets. Sin embargo, su juego, una máquina de generar ventajas para los Splash Brothers –Curry y Thompson–, era favorito ante los Cavaliers, que habían perdido a Kevin Love por una lesión en el hombro en la primera ronda. La fractura de rodilla de Kyrie Irving en el primer partido de las finales, que acabó con un 1-0 en contra tras la prórroga, parecía definitiva. “Necesitamos más de nuestra banca. Ese no es un secreto”, dijo James tras la lesión. Mathew Dellavedova, Tristan Thompson, Iman Shumpert, Timofey Mozgov, e incluso James Jones han dado ese necesario paso adelante. Solo falta que llegue una de las sobrenaturales rachas desde el triple de J.R. Smith.

¿Qué veremos hoy, en el cuarto partido, que se juega en Cleveland? Vamos a seguir viendo aclarados para LeBron James en el poste alto, enfrentado o de espaldas a su defensor, sin ningún tipo de ayuda por parte de los otros jugadores de los Warriors. Porque desde el pase es aún más letal que en el uno contra uno. Vamos a seguir viendo a los Cavaliers jugar en el fango: luchar cada balón, hacer faltas duras, incomodar al rival como sea. El cansancio puede ser el mayor enemigo. Dellavedova acabó en el hospital con calambres severos tras el último partido. ¿Y qué sucederá con los Warriors? Si supieron imponerse a los Grizzlies con un acertado ajuste táctico, es probable que lo vuelvan a hacer ahora. Steve Kerr, el entrenador principal de los Warriors, ha pedido más juego sin balón para Curry y Thompson. Está claro que, más que defensivo –poco pueden hacer ante LeBron James–, su problema es ofensivo. Les impide entrar en el “trance” anotador del que los Splash Brothers viven. Tienen, además, que mejorar las transiciones rápidas. Apenas han salido al contraataque, debido, sobre todo, a la presencia de Tristan Thompson en la pintura, que promedia 5.6 rebotes ofensivos por partido.

El de hoy también es un duelo de banquillos. Tanto Steve Kerr como David Blatt son entrenadores novatos. Pero han sabido hacer los ajustes necesarios para llegar a las finales de una manera solvente, como si fueran veteranos. Blatt tiene que continuar con su extraordinaria labor motivacional y, a la vez, prevenir el desgaste de sus jugadores. Kerr tiene que descubrir la manera en que los Warriors vuelvan a desplegar una actitud alegre sobre la pista, a través del movimiento del balón, y minimizar los errores en el pase y en el tiro. De manera continuada, no solo en unas pocas fases del partido, como sucedió en el último cuarto del enfrentamiento del martes. Por el bien del baloncesto, por el bien de unas finales disputadas y emocionantes, esperemos que sea así.


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