El rompimiento del diálogo no debe causar sorpresa. Solo era una maniobra del Gobierno porque estaba bajo en las encuestas. No sirvió de nada, era pura palabrería.
El presidente Ollanta Humala nunca se mostró entusiasta con el diálogo, no hubo un interés real. Desde el inicio estaba destinado al fracaso, no tenía ninguna perspectiva.
Además, no tenía sentido un encuentro con partidos políticos cuando estos se encuentran representados en el Congreso de la República. Hemos vuelto a la realidad.
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