25.NOV Lunes, 2024
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Opinión

Propios y extraños saludan el incremento de siete puntos porcentuales en la aprobación del presidente Ollanta Humala (Ipsos-Perú), variando del 26 al 33% en el último mes. Si comparamos las tendencias de respaldo popular de los últimos tres gobiernos, encontramos patrones similares.

Carlos Meléndez,Persiana americana
Nuestros presidentes arrancan su gestión con una aprobación entre el 55 y el 60%. El reto en el primer año es alargar la “luna de miel”. Humala y García mantuvieron un promedio anual de 54 y 50%, respectivamente (Toledo 32%). El segundo año acentúa la caída, aunque dependiente de los vaivenes de la política. Otra vez, Humala tuvo un mejor promedio (48%) que García (32%) y Toledo (20%). Considero que el éxito relativo del actual mandatario se debió a la capitalización del antifujimorismo y el anti-aprismo, a través de medidas como la negativa al indulto a Alberto Fujimori y las investigaciones a Alan García. Así, el apoyo recibido fue prestado.

El tercer año es mediocremente estable. El promedio de aprobación de García fue de 26%, el de Toledo 11%. Mientras, desde agosto del 2013, el promedio aprobatorio de Humala (27%) es similar al de García, acusando recibo de una estrepitosa baja. El “efecto post Haya” se comporta semejante a la ruptura de la inercia que ejercen los veranos en la popularidad presidencial. (Por ejemplo, García pasó del 25 al 32% en febrero del 2009). Esta tendencia al mediano equilibrio, augura una aprobación promedio inferior al 30%. La correlación de las aprobaciones de Humala, García y Toledo muestra que el modelo de “piloto automático” (disciplina económica, reducido gasto social) genera también una desaprobación sistemática, casi inalterable a la voluntad política de los gobernantes de turno.


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