Abraham Levy,Opina.21
alevy@ambiand.com
Al igual que la mayoría de sus congéneres urbi et orbi, los candidatos a la Alcaldía de Lima no tienen ni el más mínimo interés ni el menor conocimiento respecto del impacto de la contaminación en la vida de sus vecinos.
Lima es –que levante la mano el que diga que no– la más envenenada ciudad del Perú.
Enclavada en la parte baja de tres valles contiguos, tiene sobre sí un colchón de nubosidad de muy baja altitud y casi permanente durante la mayor parte del año porque su clima así lo establece.
Este infeliz atributo no permite ventilar la ciudad y nos mantiene atrapados dentro de una nube de partículas tóxicas de todo tipo que permanece casi estacionaria sobre y alrededor de nosotros.
Se trata de una nube tóxica producida por un incontrolable crecimiento del parque automotor, de las emisiones de todo tipo y de la vieja costumbre de los limeños de ensuciar nuestras calles, que son, además, nuestra casa.
El incremento de áreas verdes en nuestra capital no es real. Por el contrario, crece la infraestructura.
Nadie ha analizado las incidencias de enfermedades, relacionadas a las toxinas del aire, de un modo claro en Lima.
Y nuestros candidatos, todos, se proclaman defensores ambientales y adalides en la lucha contra el cambio climático.
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