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Opinión

“Todo lo que podamos hacer para elevar el nivel del debate en temas como educación, salud, trabajo o seguridad será fundamental”.

Comunicador

Este que termina no ha sido el mejor año de los últimos tiempos. Tampoco ha sido el peor. Generoso como es el Perú y a pesar de condiciones externas complejas y errores internos propios, crecimos alrededor del 2.5% durante este 2014. Analistas independientes señalan que el 2015 bordearemos los cinco puntos porcentuales, lo que quiere decir que hay, por lo menos en papel, mejores expectativas para la economía y, si esta mejora, deberían hacerlo las perspectivas de la mayoría. Pero la política puede pasarnos una factura enorme y hay razones para pensar en ello.

En primer lugar, es un año electoral. Ya están los jugadores en la cancha y los equipos se están terminando de armar, pero todos están jugando mientras afinan sus estrategias. Los dardos lanzados por el debate del régimen laboral juvenil han sido solo un calentamiento que ha mostrado a varios ministros con la orden de atacar a los rivales del gobierno. Los enfrentamientos recrudecerán. Por eso, gobernar disparándole a la oposición complicará cualquier iniciativa que requiera consenso nacional.

En segundo lugar, la corrupción parece una regla casi institucionalizada que refleja una estructura de impunidad. Alexis Humala, Dacia Escalante, Óscar López Meneses, César Álvarez, Rodolfo Orellana, Martín Belaunde Lossio, Juan Carlos Rivera Ydrogo, etc., son solo algunos de los muchos nombres relacionados a escándalos de corrupción vinculados al centro del poder político.

Los aliados más importantes del gobierno, como Alejandro Toledo y miembros de su partido como José León, son también seriamente cuestionados con pruebas contundentes. El fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, primo de Nadine, tiene cuatro acusaciones en las que se discute su destitución. El ministro Figallo tiene sobre su cabeza el tema no resuelto de su censura e interpelación. El gobierno, por ello, luce a la defensiva, debilitado y carente de autoridad en una materia fundamental.

Por lo dicho, la política será determinante. Todo lo que podamos hacer para elevar el nivel del debate nacional en temas como educación, salud, trabajo, seguridad e infraestructura, por citar algunos, será fundamental. Los actores políticos, los medios y los ciudadanos, todos, tenemos responsabilidad. Martin Luther King escribió: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol. Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”. Así que también se trata de eso. De tener fe y esperanza en el futuro. ¡Feliz año!


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