Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes
rvasquez@peru21.com
¿Qué trascendencia puede tener ya a estas alturas haber recibido al senderismo en una embajada cuando el líder del partido del exembajador anfitrión pide darle a Sendero una “segunda oportunidad”? Es decir, ¿acaso Nicolás Lynch no hizo sino lo que Salomón Lerner Ghitis, presidente de Ciudadanos por el Cambio, dice hoy abiertamente?
¿Y qué importancia puede tener entonces que Lynch le haya dicho al senderismo que “la embajada es la casa de todos los peruanos” porque él no está “para juzgarlos”, cuando el mismo Lerner expresa, sin tapujos, que está a favor de una amnistía general que es, para remate, el único punto en la agenda de Sendero Luminoso?
¿Por qué nos rasgamos tanto las vestiduras contra Lerner y Lynch cuando el señor Jiménez Mayor, que ocupa hoy el mismo cargo de Premier que tuvo Lerner, dice muy orondo que no tiene “nada que criticarle” a su antecesor luego de sus reveladoras declaraciones?
Lo que viene quedando claro esta última semana es que Sendero Luminoso tiene más simpatizantes de los que se creía a la luz de los dichos y los hechos. Es decir, aquí no estamos inventando nada. No estamos difamando a nadie. No somos parte de ninguna conjura, de ninguna “ofensiva dirigida a demoler o linchar a quien tiene un pensamiento progresista”. No, ese es un cuento chino. Simplemente estamos interpretando lo que se cae de maduro de acuerdo con esos dichos y esos hechos. Es decir, que hay en la izquierda algunos “ciudadanos” en cuyo horizonte de “cambio” y de “progreso” está contemplado Sendero Luminoso como un actor viable en la política peruana.
Y para este efecto abiertamente declarado, la izquierda pretende dar la “batalla política por las ideas” poniéndole a Sendero –¡oh, qué gran batalla!– ciertas condiciones. “Si estas personas están formando un movimiento, quieren participar en la vida política respetando el Estado de derecho, respetando las normas constitucionales, hay que darles la oportunidad” porque, digo yo, ¿entonces en qué se diferenciarían de Ciudadanos por el Cambio si, después de todo, ambos son de izquierda?
En otras palabras, ¿habrá que agradecerle a la izquierda el gran aporte de “rescatar a Sendero” para la paz y el desarrollo del Perú porque, después de todo, en lo único que estaban “equivocados” era en los 25,000 muertos que dejaron regados con sus bombas? ¿Algo más?
Sí, mucho. La izquierda ha demostrado esta semana el fiasco político que es al abrirle la puerta de la legitimidad a Sendero Luminoso. También ha hecho patente el penoso concepto de democracia que tiene en la cabeza, corrompiendo el espíritu civilizado del diálogo para convertirlo en un vicio donde lo importante es, simplemente, ser interlocutor con cualquiera. Poco importa que ese “cualquiera” sea la banda terrorista que, tras la careta de otro nombre, ha sido la culpable de ensangrentar el país no hace ni 20 años.
Dudo mucho entonces que, con ese bagaje de incompetencia política, la izquierda peruana coseche muchos votos en una próxima batalla electoral. Mucho menos que le vaya a ganar alguna “batalla ideológica” a Sendero Luminoso. Los tontos no ganan batallas, señor Lerner. Son útiles para que otros las ganen por ellos.
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