22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Queríamos emplear esta página para rendirle a nuestro amigo Pepe Yactayo el modesto tributo que la semana pasada no fuimos capaces de escribir, pero la escandalosa confusión reinante en torno a su violenta muerte nos obliga a formular algunas urgentes precisiones.

Miente descaradamente el redactor del semanario “Hildebrandt en sus Trece” cuando afirma que “la madre de Yactayo me contacta la tarde del domingo 26” y que “Ortiz entra en escena la mañana del lunes 27”. Ambas afirmaciones son falsas. Yo tomo conocimiento de la desaparición a las 8:06 a.m. del martes 28 cuando recibo un whatsapp de James Detleff –a quien no conocía. Él se identifica como amigo de José Yactayo y me pregunta cuándo lo vi por última vez. Al enterarme de la desaparición, comienzo a enviar cientos de mensajes por whatsapp, soy uno de los primeros en difundir la información desde Twitter e insisto en que la señora Anita debe ir de inmediato a poner la denuncia en la DIRINCRI, cosa que ella efectivamente hace en la tarde de ese día. Cerca de las cinco de la tarde, llego al departamento de Pepe, la señora Anita me hace subir y encuentro sentados frente a la computadora a mis amigos Bibiana Melzi y Carlos Paz. Ellos me dicen que Pepe ha dejado el programa de edición de video, todas sus redes sociales e incluso el i-cloud abierto, pero que lo más urgente es ubicar el i-phone desde esa computadora y que debemos apurarnos porque se acaba de reportar como encendido y conectado a Whatsapp. Como no soy precisamente un as de la tecnología, pido el auxilio de un amigo, Renato, experto en Mac, quien, infelizmente, se tarda demasiado, por el tráfico de la tarde. Cuando llega, el celular de Pepe está nuevamente apagado. Y no vuelven a encenderlo nunca más.

Miente descaradamente “Caretas” cuando habla, en su portada, de la “evidencia manipulada por Ortiz”. En ese momento no era evidencia, ni tampoco fue manipulada por mí. Durante los días martes 28, miércoles 1 y jueves 2, la vivienda de José Yactayo no era zona intangible ni reservada. Tampoco era considerada “escena de crimen”. Ninguna autoridad había establecido una cadena de custodia; es decir, no había ningún procedimiento de control sobre los posibles indicios materiales de un presunto delito. No se había sellado los ingresos ni rodeado el perímetro con una cinta amarilla. Era solo el departamento de una persona que había desaparecido y fuimos muchas –alrededor de veinte– las personas que entramos y salimos de él con el permiso de la señora Anita Rodríguez viuda de Yactayo, que nos abría la puerta a quienes queríamos ayudar. La vigilancia policial recién se ordena el día miércoles 1, pero se limita a los exteriores de la casa. A las 9:30 p.m. del jueves 2 se nos comunica que los restos hallados en Huacho corresponden a José. Recién en ese momento el caso se convierte en un homicidio. Los peritos de la Fiscalía llegan a inspeccionar el departamento al día siguiente, el viernes 3. Como ya lo he contado varias veces, Pepe Yactayo, Martín Suyón y yo –como editor, camarógrafo y director, respectivamente– veníamos trabajando un documental acerca del taller de escritura creativa que dicto en el Penal de Ancón 2 desde finales del 2014. El proceso de edición llevaba ya poco más de un año y, en las últimas semanas, nuestras jornadas de trabajo en su casa se prolongaban, a veces, hasta por diez horas continuas. Habíamos comenzado a acelerar el ritmo porque Pepe tenía planeado comenzar en marzo el nuevo documental que –con la periodista Caterine Lanseros– harían juntos sobre la obra del pintor Gerardo Chávez. De hecho, el último mensaje de Whatsapp que Pepe envía en vida, la tarde del sábado 25, dice:

Hola Martín, creo que Beto va a venir mañana en la mañana, hora brunch, a ver el avance del doc y seguir escribiendo texto. Lo ideal es que tú también vengas. ¿Te ha dicho algo si va a venir? Ya hay 1 hora y 10 y está mostro, la idea es que veamos los detallitos y chiches que faltaría grabar para afinar.
-No puedo mañana. Estoy partiendo a la playa en este momento.
-Ah, pucha. Entonces Beto no está planeando venir de repente. Porque lo hablamos y le pedí que te avise. Bueno ya. Pa’ otro día. ¡Está mostro el documental, oe!

Todo el material de video en bruto que grabábamos en el Penal le era entregado a Pepe en “memorias externas” para que él pudiera archivar las imágenes en su computadora de edición. Esta operación se repetía todas las veces que fuera necesario, cada vez que grabábamos nuevas secuencias. Es importante aclarar que una memoria externa no es, pues, “el disco duro de la lap top”. El disco duro viene de fábrica y para sacarlo habría que abrir el aparato. Cada ordenador tiene uno y si necesitas trasladar, por ejemplo, un video y guardarlo en la PC, necesitarás una memoria externa. Los muy populares USB son justamente eso: memorias externas con una capacidad limitada de almacenaje.

Para trasladar muchas horas de video –como en nuestro caso– es menester contar con memorias externas con capacidad de un tera (o mil gigabytes) o hasta de más. La edición del documental era un trabajo que yo le había encargado a Pepe y por el cual, por supuesto, pagaba sus honorarios. Siendo yo el director del mismo, el material de video, obviamente, es de mi propiedad, estaba en su máquina solo con fines de trabajo. Como quiera que no se trataba de un aficionado, sino del mejor editor de TV que ha tenido el Perú, Pepe trabajaba en una computadora de gran pantalla. Jamás se nos hubiera ocurrido editar en una lap-top que era, más bien, la herramienta que él usaba para sus trabajos de la Maestría que, con gran éxito académico, estaba estudiando en la Universidad Católica. Toda la novela de misterio que se ha querido armar en torno al supuestamente desaparecido “disco duro de la lap top” nos es ajena porque nuestro interés estaba en la desk-top, desde la cual teníamos la esperanza de lograr ubicar el celular. Absolutamente ninguna información –ni de video, ni de audio, ni gráfica, ni escrita– ha sido borrada por mí ni por las personas que estuvieron conmigo en el departamento de Pepe. Afirmar o insinuar eso es una infamia que no tiene otro objetivo que distraer la atención, torciendo la verdad de una manera macabra. Luego de interrogarme por más de dos horas en una mesa de la terraza del afrancesado café “La Bonbonniere” de LarcoMar, la soleada tarde del miércoles 1 de marzo, el jefe de la División de Investigación y Búsqueda de Personas Desaparecidas de la DIRINCRI, coronel PNP Santos García, y sus subalternos, los suboficiales técnicos Torres y Capcha iniciaron una intensa correspondencia conmigo por Whatsapp que conservo en su totalidad (ver recuadro). A través de ella intercambiaron abundante información conmigo: fotos, documentos, como seguramente lo han hecho con varios otros de mis colegas. Finalmente, a las 11:25 p.m. del jueves 2, con una diplomacia digna de mejor causa, el coronel García me escribe: “Don Beto: positivo el cadáver de Huacho de Pepe”, horrenda información de la que yo ya tenía conocimiento desde hacía dos horas pues otras fuentes policiales ya nos la habían confirmado. Tanta camaradería, sin embargo, se echa a perder la tarde del domingo 5 cuando me entero que Desaparecidos no ha soltado todavía la investigación, que la tienen amarrada pese a que han pasado tres días desde que el asesinato ha sido confirmado. No les da la gana de entregar el expediente a la división de Homicidios y eso, francamente, no solo es muy extraño, sino también irregular, porque no les compete. Cuando se lo pregunto al coronel García, me contesta con evasivas o con ininteligibles errores de tipeo. Mientras esto sucede, Augusto Thorndike alza la voz en “Cuarto poder” para exigir que el caso Yactayo sea entregado de inmediato a quienes corresponde: Homicidios de la DIRINCRI. Luego vendría un inusitado festival de “primicias” que hizo que hasta un documento tan confidencial como el Mapa de Geolocalización del celular de Yactayo terminara publicado a todo color junto a un verdadero tutti frutti de pepitas periodísticas obviamente obsequiadas por algún Sherlock Holmes con agenda propia. ¿Quiénes están tan interesados en entorpecer y retardar esta investigación? ¿Quiénes están obstruyendo el trabajo del Ministerio Público en el Caso Yactayo?



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