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Opinión

“Me ha tomado casi dos meses reunir valor para sentarme a escribir algunas líneas que intenten honrar mi vieja amistad con Pepe Yactayo. No sé si lo haya logrado. Que un amigo muera así es inenarrable.”

– Estoy viéndote llorar.
– ¿A mí? ¿Cómo así?
– En el video, huevas. En la parte en que tus vándalos te cantan el rap que te escribieron.
– Mierda. ¿Se me nota mucho?
– Seeee.
– No me reprimí nadita. Dejé las lágrimas correr libremente hasta llegar al cuello.
– Of course. I can imagine.
– Pensé que con lentes oscuros no se notaría.
– No se llora solamente con los ojos.
(Chat de WhatsApp, 11 de marzo de 2016)

Ese maldito sábado 25 de febrero de 2017, a eso de las tres de la tarde, el sujeto al que habías conocido por internet te escribió: ¿Qué planes? A lo que tú, muy escuetamente, respondiste: Hoy a las ocho. Ese sábado tú tenías que terminar de ver las nominadas al Óscar –porque al día siguiente era la premiación– así que estaba planeado que te irías al Jockey para ver “Manchester by the sea” con James en la función de las 9.10 de la noche pero cuando él te escribió a las 5.22 de la tarde para confirmar la cita, le respondiste: “Creo que no voy a poder. Ya usé mi tiempo libre en el almuerzo y ahora tengo que chambear para llegar a mi meta de esta semana, mañana tengo que presentar los avances del documental”. Lo cancelaste y, a pesar de que habías estado tomando lonche precisamente allí, en el “Don Mamino” del Jockey, optaste por regresar a casa. Quizás ya habrías llegado o quizás recién cruzabas tu parque con virgen al medio, tal vez pensando que, de repente, ya tocaba agendarse alguna escapada furtiva, cuando te asaltó de pronto tu enorme sentido de la responsabilidad y acaso dudaste: ¿el deber o el placer? La eterna encrucijada.

– Me acaba de llamar el abogado a contarme que mañana condenan a Yoni. Parece que le van a dar doce años, maldita sea.
– No sé si debas seguir preocupándote tanto por ellos, Beto. Solo pienso en voz alta. Sé que para ti es diferente pero esto no va a acabar nunca.
– Tanta chamba y siempre es todo por las huevas. Me caga la cabeza. Todo es inútil.
– Así es la life, jugador. Todo va tan rápido y hay tantas cosas urgentes que si te saliste un centímetro del camino ya perdiste el viaje para siempre. (Chat de WhatsApp, 11 de marzo de 2016)

Propósitos para el año del gallo:
Que me nazcan nuevas fuerzas y las molestias sean leves y curables fácilmente sin accidentes ni momentos críticos.
Que mi vida amorosa se haga más interesante y encuentre alguien compatible conmigo y con mi mundo y sea muy duradero y confiable.
(Lista escrita a mano por Pepe, encontrada entre los papeles de su escritorio)

-¿Por qué seguimos haciendo esta película, Pepe? ¿Para qué estamos filmando hasta ahora? ¿Qué otra cosa nos falta saber?
– Queremos saber si odian y a qué. Saber si aman y a qué.
– A todo y a nada, respectivamente.
– ¿Cuál es su utopía?
– ¿Utopía? No seas pendejo.
– Es como lo que dice Jorge Eslava en la edición de “Los Inocentes” de Reynoso. El cuerpo va a ser uno de nuestros temas: su degradación. Intuitivamente lo hemos desarrollado en el documental. Todo eso es nuestro. La jerga y la poesía.
– La jerga es la poesía.
– Si Dios fuera negro mi compay, todo cambiaría.
– Negro fuera el día, negro fuera el sol.
– Negra la mañana, negro el algodón, compay.
(Chat de WhatsApp, 11 de marzo de 2016)

Mañana por la mañana veríamos por fin la edición que ni siquiera yo –que editaba a tu lado desde hacía más de un año– había podido ver porque –en tu ritmo workaholic– yo solo debía escribir y locutar, escribir y locutar como un obrerito sin detenerme jamás a mirar cómo nos estaba quedando ni retroceder un segundo para nada. ¿El deber o el placer? Seguro pensaste que yo ya me había olvidado de nuestra cita, que soy tan distraído que no sé ni siquiera en qué día vivo. Eso pensaste porque no me llamaste ni me escribiste a confirmar nada y acertaste porque, efectivamente, en mi habitual estado de precoz demencia senil lo olvidé. Sabiendo eso fue que decidiste escribirle a Martín, mi productor, diciéndole que creías que yo iba a ir mañana en la mañana y que lo ideal era que él también fuera. Le escribiste a él y no a mí porque quizás, en el fondo, no querías que yo confirmara, quizás más ganas tenías de cancelarnos. Igual que a “Manchester by the sea”. Martín te dijo que estaba partiendo a la playa en este momento y que no podía. Ah, pucha –escribiste. Una vez más tus sospechas eran ciertas: yo y mi memoria de pez te estábamos dando nuevamente la razón. Bueno ya. –dijiste– no importa. Pa’ otro día será. ¡Está quedando mostro el documental, oe’! Pa’ otro día será.

Post de mi Facebook, 2 de marzo de 2017

Querido Pepe:
Escúchame:
Aquí nos tienes hechos una noche.
Son cinco días ya.
Son casi seis.
Ya tuiteamos.
Ya escribimos.
Ya denunciamos.
Ya fuimos a las radios.
Ya declaramos a la policía.
Ya fuimos al juzgado.
Ya dimos entrevistas a todos los canales pidiendo ayuda.
Ya nos turnamos para montar guardia en tu casa.
Ya consultamos con videntes.
Ya rezamos.
¿Qué más quieres que hagamos?
Ya estuvo bueno, en serio.
Ya no sabemos qué hacer con esta angustia.
Aparece, pues, carajo.
Por favorcito.
Huevón, ya no sabemos qué más hacer.
No me atrases la edición, Yactayo.
Todos te estamos esperando.


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