El presidente del PPC, Raúl Castro, ha insistido en su hipótesis de que el baile de algunos políticos es determinante en sus resultados electorales. Según su teoría “movimientista”, Enrique Cornejo obtuvo el 17% en las recientes elecciones limeñas gracias al apoyo rítmico de la parlamentaria Luciana León. El caso negativo para justificar su hallazgo causal es que el candidato socialcristiano Jaime Zea no tuvo pareja de baile. Gran contribución a las teorías de la “agencia política”.
Este es el argumento que Castro utiliza para responder a la facción dentro del PPC que lo critica por el lastimoso desempeño electoral en los comicios subnacionales y que, además, ve con cierto temor una posible alianza entre el partido fundado por Luis Bedoya Reyes y el (¿neo?) fujimorismo dirigido por Keiko Fujimori (KF). ¿Acaso Castro –a falta de pareja– estará contemplando la posibilidad de moverse al “ritmo del ‘Chino’”?
Ante la ausencia de un candidato presidencial propio, es entendible que el PPC apueste a hacer cola que elegir su dupla para el 2016. No es casual que los rumores señalen tres alternativas: PPK, García y Fujimori, precisamente quienes lideran las preferencias. La alianza con PPK –aunque suene más “natural”– ya no es imprescindible para el candidato luego de que consiguiera inscripción propia. La danza con los apristas suena A una “Concertación” chilena a destiempo. Y la sociedad con el fujimorismo ayudaría a este a su “democratización”, pero restaría a la intención de KF de lucir de “centro-izquierda”.
El PPC –bajo la dirigencia de Castro– se va quedando solo y amarrado en la pista de baile. Y cuidado que por evitar quedarse en la banca de los espectadores, le toque bailar con la más fea opción para su futuro partidario.
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