Carlos Meléndez,Persiana Americana
Existe determinado prejuicio sobre el voto aprista en Lima. Se dice que el electorado limeño nunca fue favorable a este partido y que la única vez que ganó la Alcaldía Metropolitana (en 1986) se debió al apoyo del entonces popular presidente Alan García.
En su mejor momento, el Apra obtuvo en Lima 37% (Jorge del Castillo en 1986) y 11% (Mercedes Cabanillas en 1989). Durante los noventa –hegemonía del fujimorismo y desprestigio máximo de los partidos tradicionales–, el Apra presentó candidatos a Lima en dos oportunidades con resultados magros: Luis Alvarado Contreras obtuvo el 3% en 1992, y Carlos Roca el 5% en 1998. Sin embargo, pocos recuerdan que el mejor resultado del Apra en la capital, después de Del Castillo, se registró hace dos elecciones. En 2006, Benedicto Jiménez obtuvo 12%, y quedó tercero ante el dominio –similar al actual– de Castañeda (quien ganó con el 47%). El retorno del Apra al poder facilitó una maquinaria aceitada que se puso al servicio de un candidato mediático y que, por entonces, gozaba de prestigio. Organización y candidato produjeron una combinación relativamente exitosa. ¿Está en condiciones Enrique Cornejo de, al menos, repetir aquel desempeño?
El Partido Aprista en la actualidad tiene una marca más desprestigiada que en el 2006. Su maquinaria, aunque efectiva, se resiente cuando no tiene acceso al poder. Sin embargo, esta es quizá uno de los mejores activos políticos en comparación con sus rivales. Cornejo ha demostrado ser un candidato solvente, pero hasta ahora no ha dado el salto más allá del núcleo duro aprista limeño, que fluctúa alrededor del 6% y 7%. Su objetivo en los próximos días es conquistar al ‘apristón’, quien ve en la estrella a su mal menor histórico.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.