Tras la salida de Thorne del MEF, asume dicha cartera el (mismo) premier Zavala; cartera que no le es extraña pues coincidimos en el gabinete los años 2005-2006 cuando yo era ministro de Comercio Exterior y Turismo. Por la carga de responsabilidad y las complicaciones que se han dejado entrever en el tiempo transcurrido durante el gobierno de PPK, tanto en política como en materia económica, pareciera que intentara estabilizar el bote, para luego nombrar un reemplazo en un tiempo prudencial para así continuar con la labor de premier.
Asumir dos carteras de esa magnitud es una gran responsabilidad, no hay duda de su capacidad, tampoco de la enormidad de las tareas que le esperan.
La labor de Thorne concluyó con su renuncia tras denegársele la confianza. Para algunos analistas, la gestión de Thorne no colmó las expectativas a pesar de que ha tenido la dificultad atenuante de El Niño costero y del caso Lava Jato. Aún sin estos hechos que podrían haber distorsionado las iniciales expectativas de Thorne, la ciudadanía tenía interiorizado, como el mismo PPK lo dijo, un gabinete de lujo, con grandes tecnócratas (y pocos políticos), casi un dream team. Tal vez el más grave escollo fueron esas altas expectativas. El escenario indica que la inversión privada sigue cayendo y estamos lejos de generar los 300,000 empleos formales prometidos. La reducción del IGV tampoco ocurrió al no alcanzar la meta de recaudación fiscal, como anticiparon algunos cuando Thorne anunció esta propuesta que nadie pedía. Pendientes están los frutos de las medidas adoptadas: reorganización de Proinversión y sustitución del SNIP (vs. Invierte.pe).
La tarea de Zavala en el MEF, además de estabilizar al sector, debe centrase en la reactivación económica, elevando inversión pública, incentivando inversión privada y destrabando los grandes proyectos.
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