Uno de los aspectos menos conocidos de la emergencia climática vivida tiene que ver con la muy rápida reacción de las empresas agroindustriales de la costa central y norte para preservar sus campos y sus riegos.
Al inicio mismo de los huaicos en Ica, el trabajo continuo y metódico de la maquinaria y profesionales de la agroindustria permitió –una y otra vez– mantener las defensas ribereñas cerradas y los cauces de los huaicos abiertos y limpios.
Más aun, las muy fuertes lluvias en La Libertad que dañaron varios tramos de los canales de los valles de Chao, Virú o Jequetepeque fueron muy rápidamente recuperados una y otra vez en medio de las lluvias por equipos de maquinaria y profesionales de las empresas agroindustriales.
En claro y lamentable contraste con la lentitud –por ejemplo– que le ha tomado al sector público reponer el servicio de agua en Trujillo.
Tenemos una tarea inmensa por delante y un Estado lentísimo para acometerla.
Ampliemos el ímpetu del esfuerzo privado para que pueda interesarse en competir, no solo para hacer las obras, sino además dejar a su iniciativa idearlas, costearlas y administrarlas teniendo a nuestro Estado como último garante.
Lo de Pisco obliga a mirar alternativas.
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