Hay que agradecerle a Pablo de la Flor por aceptar hacerse cargo de la Reconstrucción con Cambios de los impactos de El Niño costero 2017. Abandona un alto cargo del BCP para encargarse de las siempre azarosas tareas de combinar la gestión pública con las apremiantes demandas de la población afectada. Eso dice mucho de él.
El Gobierno ha agregado la frase “con cambios” al esfuerzo reconstructivo que viene. Antes que ladrillos, cemento y fierro, hay que meterle cerebro al plan inicial que lo va a acompañar. Las universidades tienen muchos profesionales que pueden aportar soluciones con cambios para reconstruir el norte.
Debe ponerse punto final a la normatividad que permite otorgar licencias constructivas a las obras que no cuenten con una certificación para El Niño. Toda infraestructura, pública o privada, debe cumplir con ciertas normas (que hay que definir a priori) para poder ser ejecutadas: puentes con soportes fuera de los cauces, inmuebles construidos sobre terraplenes que eviten su inundación. No más techos planos, pistas y carreteras perfiladas para drenaje. Canales de riego con canoas para protección de huaicos, etc. Que no solo sean un consejo, que sean obligatorios. Primero las normas técnicas y luego las obras.
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