El marco legal vigente establece que las fuentes de generación de energía con recursos renovables (solares, eólicas, etc.) no deben pasar del 5% de la generación total y, de hecho, están cerca de él.
Todas ellas gozan de un precio de venta “subsidiado” por nosotros dentro de la tarifa eléctrica para que puedan ser negocios sostenibles. Algunas de ellas no tienen impacto positivo para el país. Solo para sus dueños.
Del casi 95% restante de la generación eléctrica del Perú, la mitad es hidroeléctrica y en consecuencia renovable. Los peruanos –a través de distintas y rentables empresas públicas– somos los mayores dueños de hidroeléctricas como Mantaro y otras. Activos que debemos proteger pues de allí salen recursos para el tesoro. En un mercado donde algunos tienen subsidios y otros no, los últimos resultan perjudicados por competencia desigual.
Deberíamos ser muy comedidos en seguir recargando las tarifas con subsidios en generación renovable o construcción de gasoductos; cuyo gas usamos en centrales de generación térmica –también en beneficio de pocos– a precios artificialmente bajos y que no encuentran correlatos en las tarifas que pagamos en nuestros hogares y en la rentabilidad de las centrales de todos los peruanos.
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