Las mediciones meteorológicas que hora a hora realiza el aeropuerto de Lima para seguridad de los vuelos ofrecen un registro de la distancia que puede ver un piloto para aterrizar en nuestra ciudad.
De modo muy notorio está el hecho de que entre las 11:50 p.m. del 31 de diciembre y las 00:50 a.m. del 1 de enero, desde hace ya muchos años, Lima registra una aguda disminución de esa visibilidad.
El motivo en todos los casos es el mismo y volverá a suceder a partir de la medianoche: el humo.
Enviamos a los cielos miles de cohetes que contienen fuegos artificiales que en pocos minutos vuelven a la atmósfera de Lima una nube humeante con un olor a pólvora muy distinguible.
El humo de las explosiones suele disiparse en las primeras horas de la madrugada. Pero antes que ello suceda, Lima verá dispararse los niveles de plomo, estroncio, potasio, magnesio y otras toxinas en el aire tras los fuegos artificiales.
Hay estudios interesantes que cuestionan la idoneidad del show de luces.
En otras ciudades muy grandes como Lima, las autoridades organizan las bombardas en una sola y gran presentación, disminuyendo los conocidos riesgos y magnificando las deslumbrantes luces.
Que tengamos una celebración segura.
Feliz año.
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