La mayoría de gente tiene predilección por el verano. No es gratis: el cuerpo se siente bien bajo el sol y el calor. De hecho, nuestra piel “fabrica” vitamina D3 cuando es expuesta la radiación UVB. Esta vitamina tiene un impacto estimulante sobre nuestro estado de ánimo y su carencia está vinculada con estados depresivos.
Nuestro cuerpo produce melatonina, una hormona clave para nuestro equilibrio emocional. La melatonina produce el sueño de noche al aumentar su concentración en el cuerpo en ausencia de luz y produce el despertar de día cuando disminuye su concentración corporal.
Pero más allá del ciclo diario de noche y día que gobierna a nuestro planeta, podemos producir mayor (efecto depresivo o durmiente) o menor (efecto estimulante o despierto) cantidad de melatonina si es que el clima es respectivamente opaco o luminoso.
En lugares con inviernos muy oscuros y poca luz solar, los índices de depresión se disparan. La gente de los trópicos (África, Caribe, etc.) es más alegre que la gente de climas fríos (rusos, escandinavos, etc.) En Lima, también se dan cambios en el invierno. El Minsa tiene estadísticas de más depresiones e impactos asociados en invierno que en verano.
A tener en cuenta.
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