22.NOV Viernes, 2024
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Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Tras meses sin llegar al mar, las aguas de lluvia de varios ríos de la costa peruana finalmente alcanzaron el Océano Pacífico la última semana.
Lo anterior no sería noticia si el agua sobrase y todos los usuarios que puedan disponer de ella lo hubieran hecho.

Pero ese no ha sido el caso. Si bien es cierto que las normas son claras y los agricultores que reciben agua de avenidas deben pagar por ella a sus comisiones y juntas de regantes, para contraprestar los servicios requeridos para mantener la costosa infraestructura de riego existente. También es cierto que si estamos en una condición de estrés hídrico no se debe permitir que el agua vaya al mar sin antes haber colmado hasta la última acequia del líquido elemento. Dos razones: obligar al riego cuando hay agua y recargar los acuíferos y carga de humedad de los suelos además.

Propongo que cuando se alcancen caudales lo suficientemente excedentes por horas o días en tiempos de estrés hídrico, estos volúmenes adicionales no tengan un pago como las cuotas licenciadas de riego normales, sino que sirvan para recuperar la humedad de la superficie y el subsuelo de los valles en lugar de regar el mar.


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